Dorrego, el petróleo y la patria

Víctor Bronstein
El 13 de diciembre de 1828 muere fusilado Manuel Dorrego, caudillo ilustrado y republicano, en uno de los hechos más absurdos e injustificables de las luchas entre unitarios y federales que desgarraron nuestra nación en su etapa fundacional. Casi ochenta años más tarde, también un 13 de diciembre, pero de 1907, se produce el descubrimiento de petróleo en Comodoro Rivadavia, un pequeño pueblo habitado por sólo 50 familias ubicado en lo que es hoy la provincia de Chubut, que era en aquel momento territorio del Estado Nacional.

¿Podemos imaginar algún hilo conductor que enhebre estos dos acontecimientos de nuestra historia más allá de la coincidencia de una fecha en el calendario?

Obviamente, Dorrego no supo de la existencia del petróleo ni de su valor estratégico para el desarrollo de las naciones. Casi con seguridad, los miembros del equipo perforador de la Dirección General de Hidrología, Geología y Minas del Ministerio de Agricultura de la Nación, dirigido por Humberto Beghin y en el cual trabajaba José Fuchs, un experimentado perforador europeo, desconocían la historia de Dorrego. Sin embargo, hay dos elementos que le dan un significado especial a esta fecha. Por un lado, el carácter emancipatorio que hay detrás de estos sucesos: la muerte de un patriota, cuando la patria amanecía, y un hito de defensa soberana de nuestros recursos cuando la Nación estaba llegando a su centenario y se había consolidado institucionalmente. Pero también nos muestran las luchas y desencuentros que hemos vivido a través de la historia en la conformación de nuestro país y en nuestro modelo de desarrollo. La historia del petróleo en Argentina sintetiza en cierto sentido estas tensiones.

Contrariamente a lo que se cree habitualmente, el descubrimiento de Comodoro Rivadavia no es el descubrimiento del petróleo en Argentina. El primer intento de una explotación petrolera data de 1865, cuando Leonardo Villa pide a la Cámara de Diputados de la Nación un privilegio exclusivo por 15 años para la fabricación y elaboración de aceite de “chapapote” o “kerosene” y la propiedad de algunas cuadras de terreno donde estaban situadas las minas, en la provincia de Jujuy.
La discusión parlamentaria, en la cual participaron y se enfrentaron como tantas veces Alsina y Sarmiento, reveló el desconocimiento que se tenía en aquella época de este recurso. Incluso, el debate giró sobre si el pedido debería tratarse según la ley de patentes o si se trataba de una concesión comprendida en la ley de minas.

La discusión pasaba también sobre qué autoridad debería otorgar la concesión, si las provincias o la Nación, triunfando la postura que sostenía que correspondía a las autoridades de las provincias en que se encontraban las minas de petróleo. Muchos años después, la Constitución de 1949 estableció que el dominio de los hidrocarburos pertenecía a la Nación, la reforma de 1994 volvió a ceder el dominio a las provincias, hoy deberíamos volver a discutirlo. Si bien el emprendimiento de Villa no resultó exitoso, el petróleo hallado en las provincias del norte impulsó a los gobiernos a promover su explotación. En 1871, en el marco de la primera Exposición Nacional de la República Argentina, realizada en la ciudad de Córdoba, se expusieron muestras del petróleo norteño y referencias respecto a sus lugares de origen. Sarmiento, quien era el presidente en ese momento y que había sido el promotor de la exposición, veía en el petróleo una posibilidad interesante para el desarrollo de las provincias del norte y ordenó el envío de esas muestras con el objetivo de atraer inversiones para poder explotar esos yacimientos. Los documentos de la época resaltaban que “ésta será la ocasión de hacer conocer a los nacionales y extranjeros las fuentes de nuestra riqueza”. Esos intentos fracasaron, pero unos años más tarde, en 1887, comienzan las operaciones en el yacimiento de Cacheuta por parte de la Compañía Mendocina de Petróleo, la cual perforó treinta pozos y llegó a producir alrededor de 8.600 m3 de crudo entre 1887 y 1891. El petróleo se transportaba desde la zona de extracción hasta la ciudad de Mendoza en un pequeño oleoducto, que fue el primer oleoducto de América latina.

¿Cuál es el significado, entonces, del descubrimiento de Comodoro Rivadavia? En realidad, constituye tal vez un error histórico conmemorar el 13 de diciembre como el Día del Petróleo, debería conmemorarse el día 14, que es cuando el entonces presidente Figueroa Alcorta, notificado del descubrimiento, decreta “…una reserva fiscal de 5 leguas a todo rumbo, tomando como centro el de la población de Comodoro Rivadavia” para proteger los recursos de petróleo encontrados en aquel lejano territorio nacional, prohibiendo otorgar concesiones privadas.
El decreto de Figueroa Alcorta fue un hecho sorprendente y generó discusiones entre los que sostenían que el Estado no debía apartarse de la política del laissez-faire y unos pocos funcionarios que entendieron en aquel momento la importancia de mantener la propiedad estatal, aumentar la producción y ampliar la exploración.

A principios de siglo XX, la economía argentina se basaba en la rentabilidad de las empresas agropecuarias y los servicios públicos y la energía se pensaba en función de esta estructura agroexportadora. Sin embargo, aunque parezca contradictorio, algunos sectores del roquismo y los seguidores de Pellegrini planteaban la necesidad de un desarrollo industrial y nacional. Por eso, el nacionalismo petrolero que surge en nuestro país tiene sus fundamentos en los gobiernos conservadores que comprendieron, a pesar de sus ideas liberales, la imposibilidad de un desarrollo petrolero librado a la aventura de algunos emprendedores y sin participación del Estado.

El decreto de Figueroa Alcorta constituyó un acto de soberanía y marcó el comienzo de la ideología del nacionalismo petrolero en Argentina, desarrollada pocos años más tarde por el general Mosconi y que se extendería luego a toda nuestra América.

La ideología supone, lógicamente, la atribución de una gran importancia a las ideas y a las acciones que se derivan de ellas. Así, estas ideas generan categorías que nos marcan rumbos y definen un modelo de país deseado. En este sentido, no todas las ideas tienen el mismo valor. Esquemáticamente podemos categorizarlas en constitutivas y metodológicas. Las constitutivas son las que definen un modelo de país y sus valores, por ejemplo: democrático, inclusivo, soberano. Las metodológicas son las que establecen el camino para alcanzarlos. En ese camino, Dorrego luchó por un país republicano y federal y el derecho a voto de los desposeídos. Por su parte, Mosconi imaginó a YPF como la herramienta para defender nuestros recursos petroleros y lograr el autoabastecimiento necesario para nuestro desarrollo. Hoy, sus enseñanzas siguen vigentes.

Apenas nació la patria, muchas de estas ideas dividieron a nuestro pueblo y olvidamos que el fin último de estas discusiones debería ser el de construir un país mejor para todos. Sarmiento y Alberdi fueron dos grandes ideólogos de la Argentina y adversarios acérrimos. Alberdi vivió gran parte de su vida en el exilio y recién pudo regresar en 1879, cuando una alianza entre Roca y Avellaneda lanza su candidatura a diputado nacional. A poco de llegar se entrevista con el ministro del Interior de entonces, que era justamente Domingo Faustino Sarmiento. A pesar de lo que se esperaba, las crónicas de la época indican que el encuentro fue cordial, en un clima de reconciliación. Esta inesperada cordialidad hizo que el diario El Nacional comentara: “...sus luchas tenaces y ardientes polémicas eran las de dos enamorados de una misma dama, nada menos que la patria”.

Ahí está el punto que conecta a Dorrego y el petróleo y nos marca el rumbo que debería guiar nuestras discusiones, primero la patria.

Miradas al Sur - 15 de diciembre de 2013

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