China, Asia oriental y el mundo del siglo XXI

Situadas en las antípodas de América latina, y del Cono Sur en particular, China y Asia oriental atraen con mucha razón una atención creciente de los observadores de temas internacionales del mundo entero. Esto se debe a la vez a su importancia económica y geopolítica en auge rapidísimo durante las últimas décadas y a las múltiples lecciones que estos países ofrecen, especialmente sus combinaciones en general exitosas de fuerte acción estatal y mercados dinámicos, sin contar la fascinación secular de Occidente con las brillantes civilizaciones del Extremo Oriente. Para América latina y el Caribe, como para Asia oriental y buena parte de África y del resto del mundo, China se fue afirmando en años recientes como un socio comercial de primerísima categoría, en muchos casos, como en los de Brasil y Chile, como primer mercado de exportación. En América latina, esto vale en particular para los países del Mercosur, productores de soja, y andinos (además de Brasil), de minerales.

También es cierto que Asia en su conjunto merece, en una amplia visión filosófico-histórica, un vivo interés por muchas razones: con más de cuatro mil millones de habitantes tiene más del 60% de la población mundial, es el continente de origen de todas las principales religiones del mundo (aunque esto valga más especialmente para su parte más occidental, menos densamente poblada, y la India) y de pensamientos relevantes como el confucionismo tan influyente en Extremo Oriente; es el continente de los mayores contrastes en todos los aspectos -políticos, económicos, climáticos, étnicos, religiosos, así como en cuanto a densidad demográfica y niveles de desarrollo etc.- y fue históricamente, juntamente con el vecino valle del Nilo, tierra de todas las primeras grandes civilizaciones humanas, de las cuales nuestros antepasados griegos y romanos fueron luego herederos.

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