Bolivia, un nexo más en la red del voluntariado global

Convocados por realidades diferentes, por instituciones públicas, organizaciones o comunidades, muchos voluntarios de Latinoamérica y el Caribe trabajan, jornada a jornada, en temas tan diversos como el control aftósico en zonas de frontera, la lucha contra el chagas, la recolección domiciliaria de datos sociosanitarios, la alfabetización popular o en el soporte a las víctimas y en el rescate a los afectados por huracanes, terremotos, deslaves y tantos otros daños causados por desastres que, cada día, son menos “naturales”. En el marco del proyecto de Red Regional de Voluntariado Humanitario-Cascos Blancos se han capacitado miles de jóvenes solidarios, decididos a unir esfuerzos para enfrentar sus problemas. Cascos Blancos, como tantos otros actores nacionales y regionales, rechaza cualquier modelo de “asistencia dirigida” -visión subsidiaria del concepto político-militar de “intervención humanitaria”-, una forma de encarar la respuesta, que constituye una continuidad operativa de la “doctrina de seguridad nacional”. Esta forma de pensar el problema y de reaccionar en consecuencia -potenciada por el actual recorrido de la IV Flota estadounidense- implica concebir el “riesgo” como algo “natural”, “inevitable”, “no previsible” y, muy especialmente, no manejable por las naciones soberanas (Ej. Amazonas, Acuífero Guaraní). Sus acciones son verticales, sin participación de las comunidades locales, externas y hasta militarizadas.Mucho se habla de los “pueblos originarios” y de sus derechos, más de cinco siglos después de invasiones, matanzas, sojuzgamiento, injusticia, racismo… Esos pueblos, sus herederos, las comunidades que lograron sobrevivir, tienen mucho que enseñar, poseen conocimientos, tan propios de su cultura, como útiles en la relación de las sociedades con la naturaleza.

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