Un programa de 12 pasos para superar el trauma electoral

Nicholas Kristof

 

Traumatizados por el resultado de las elecciones de la semana pasada, muchos estadounidenses se preguntan: ¿y ahora qué? A continuación, los pasos que cada uno de nosotros puede dar para marcar la diferencia desde los márgenes.

  •  Aceptaré que mi bando perdió, pero no admitiré la injusticia y siempre estaré listo para dar batalla por los temas que me importan. Llamaré o escribiré a mi representante en el Congreso y le expresaré mi opinión sobre las deportaciones masivas, sobre dejar a 22 millones de personas sin cobertura de salud, sobre el nombramiento en cargos públicos de personas no calificadas o fanatizadas, sobre restringir el acceso a la anticoncepción y la prevención del cáncer. Mejor aún, voy a asistir a las reuniones de mi representante en mi localidad y voy a interrogarlo in situ.
     
  •  Intentaré hacer pequeños gestos en mi propia vida, admitiendo que son insuficientes, pero al menos un principio: me registraré en el sitio web del Consejo de Relaciones Islámico-Norteamericanas, como voluntario para combatir la islamofobia. Llamaré a una mezquita local para ofrecerle mi apoyo o sumarme a alguna actividad interreligiosa que promuevan.
     
  •  Evitaré demonizar a quienes no están de acuerdo conmigo respecto de las últimas elecciones, admitiendo que estereotipar a los votantes del republicano Donald Trump está tan mal como estereotipar a cualquier otra persona. Evitaré usar metáforas con Adolf Hitler y el nazismo, admitiendo que cortan el diálogo y no sirven para convencer a nadie. Me recordaré a mí mismo que ningún bando tiene el monopolio de la verdad y que muchos votantes de Trump son buenas personas que quieren lo mejor para el país. A la izquierda ya le ha ido mal menospreciando a la clase trabajadora, y tildar de racistas a los seguidores del magnate neoyorquino no hace más que aumentar el problema.
     
  •  Haré mi parte para apoyar el tipo de sociedad que quiero. Consumiré yogures Chobani porque su dueño -un inmigrante turco que en pocos años amasó una fortuna- fue objeto de ataques racistas por su voluntad de contratar y promover a los refugiados. También me registraré para donar sangre y donar mis órganos, porque simplemente me hará sentir bien. Igual que un yogur de Chobani.
     
  •  Apoyaré agrupaciones como el Southern Poverty Law Center (SPLC), que lucha contra los grupos de odio, y apoyaré la petición de ese centro para que Donald Trump repudie la discriminación. De acuerdo con mis intereses, apoyaré a algún grupo de derechos de los inmigrantes, la Unión Estadounidense por los Derechos Civiles o Planificación Familiar. Y, además, me suscribiré a un periódico como forma de resistir cualquier intento de aplastar a los medios de prensa o dominar sobre un escenario posfáctico, y también como una forma de alentar a los periodistas a ser perros guardianes, y no perros falderos.
     
  •  Respaldaré a los refugiados, uno de los grupos más demonizados del mundo. Ahora es posible colaborar con el Comité de Rescate Internacional (IRC, por sus siglas en inglés)a través del Neediest Cases Fund del diario The New York Times. En muchas ciudades de Estados Unidos y otros países del mundo, los voluntarios pueden ayudar a los refugiados a través de ese portal IRC, donde también se encuentran la mayoría de agencias de relocalización de refugiados.
     
  •  No dejaré pasar ningún comentario denigrante de mis amigos sobre las mujeres o las minorías. Por más que sea durante la cena de Navidad, me incorporaré en mi silla y diré: "¿Qué decís? ¿En serio pensás eso?". Tal vez con eso no impida que un depredador sexual llegue a la Casa Blanca, pero en los eventos a los que asista tal vez ayude a impedir que un depredador sexual termine abusando de alguien alcoholizado.
     
  •  Me resistiré a vivir dentro de un frasco. En las redes sociales Facebook y Twitter seguiré a personas inteligentes con las que no estoy de acuerdo. También trataré de ampliar mi círculo social para incluir a personas de distintos puntos de vista, aceptando que la diversidad es maravillosa y que si sólo me relaciono con votantes de la demócrata Hillary Clinton entonces no tengo ni la menor idea de lo que es Estados Unidos.
     
  •  Haré todo lo que pueda en mi propia vida para asegurarme de que los más necesitados no sean olvidados durante los próximos cuatro años en medio de un frenesí de rebajas impositivas para los ricos. Puedo apoyar los programas de incentivo a la lectura de los chicos en riesgo, o apadrinar a algún niño a través del programa Hermano Mayor o Hermana Mayor, o a través de iMentor.
     
  •  Entenderé que también se puede avanzar a nivel local, y es ahí donde enfocaré mi participación. Es alentador saber que los votantes de cuatro estados norteamericanos aprobaron la aplicación del salario mínimo y que tres estados aprobaron medidas de control de armas, mientras algunos estados y municipios están luchando contra el cambio climático. Y por supuesto, un punto importantísimo es hacer que nuestros amigos vayan a votar.
     
  •  Atacaré el sexismo y la misoginia, que bajo la forma de violencia doméstica, abuso sexual y trata de blancas afecta a mujeres y chicas de todo el territorio de Estados Unidos. Incluso hoy, demócratas y republicanos deberían trabajar juntos para financiar los refugios para mujeres y perseguir el proxenetismo.
     
  •  No perderé la esperanza. Me seguiré recordando a mí mismo que la política avanza en zigzag y que puedo hacer mucho más que gritar en medio de la tormenta. Puedo defender mis valores incluso cuando no hay elecciones, e incluso en mi esfera de acción puedo mitigar el daño a mis vecinos e intentar sanar el tejido social que se ha rasgado.

Traducción de Jaime Arrambide

 

La Nación - 18 de noviembre de 2016

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