¿Somos una especie suicida?

Convención sobre cambio climático Amanda Bertolutti Dina Foguelman Fuente: [b][color=333399]Realidad Económica 209[/color][/b] [i]Las grandes reuniones internacionales sirven al menos para saber y dar a conocer al público en general, cómo estamos y cómo vamos. Pero en vista de los magros resultados obtenidos durante este último cuarto de siglo, cabe preguntarse si lo que se dice, lo que se hace y lo que se logra es relevante en relación con lo que habría que hacer para superar esta y otras crisis mundiales.[/i]

El gran reclamo inmediato de los países en desarrollo, son la implementación lo antes posible de las medidas de adaptación además de las medidas de miti- gación: fondos internacionales suficientes y accesibles para avanzar en la adaptación a los cambios, verdaderas transferencias de tecnología de última generación sobre la base de la cooperación interespecífica, desarrollos tecno- lógicos que contemplen la sustentabilidad y la falta de impactos negativos a corto, mediano y largo plazos, entre otros aspectos. ¿Demandas de emergen- cia o percepción de que las esperadas y comprometidas medidas de mitigación son metas incumplidas? Las respuestas están en nosotros mismos, porque la gente es la que gobierna y decide, la gente hace a los países y los conduce, la gente es responsable por el destino de los seres vivos irracionales y del lugar donde vive, la gente es quien puede producir las mayores catástrofes y también la gente es quien los padece. La gente somos nosotros y es toda persona que vive en este planeta Tierra.

* Presidenta Fund. RIE Red Informática Ecologista y Asesora en el H. Senado de la Na- ción en la temática ambiental, acuerdos ambientales internacionales y desarrollo sus- tentable.
** Doctora en Ecología. Ex Investigadora CONICET, ex Docente UBA, actual Vicepresi- denta del Movimiento Argentino de Producción Orgánica.

El dióxido de carbono en la at- mósfera sigue aumentando rápi- damente. Los modelos matemáti- cos aplicados a la prospectiva y las curvas de crecimiento deriva- das de las mediciones indican que la tendencia seguirá por lo menos hasta el decenio del 2030, aun cuando los países cumplan las previsiones para disminuir las emisiones a las cuales se compro- metieron al firmar la Convención Marco de las Naciones Unidas so- bre Cambio Climático (CMNUCC / FCCC). Pero si éstas no se cum- plen se espera que el aumento lle- gue a duplicar las cifras actuales para el fin del presente siglo1.

Un juego de roles

Recordemos que ya en la Confe- rencia de las Naciones Unidas so- bre Medio Ambiente y Desarrollo celebrada en Río de Janeiro, lla- mada UNCED / Eco-92, el tema del calentamiento global había si- do uno de los principales ejes de las discusiones estando ya elabo- rados y preacordados los linea- mientos básicos de la CMNUCC que entró en vigor el 21 de marzo de 1994. Luego se sucedieron 10 encuentros internacionales -el últi- mo, la COP 10, en diciembre de
2004 en Buenos Aires- en la reu- nión de los Países Parte realizada

en 1997 (la COP 3) se aprobó y firmó el texto definitivo del docu- mento para la aplicación práctica de los objetivos declarativos de la Convención, conocido como Pro- tocolo de Kyoto que plasma el compromiso de los países desa- rrollados (conocidos como países del Apéndice I, o sea aquellos que más emitirían según los estudios y mediciones realizadas hasta ese momento2) de controlar sus emi- siones de los seis principales ga- ses de efecto invernadero (GEI), para llevarlos a un nivel 5% infe- rior a los valores de 1990 en el ni- vel global, lo cual implicaba que algunos países debían mantener el mismo nivel del año 1990, otros podrían emitir un porcentaje ma- yor y otros disminuir drásticamen- te sus emisiones. Se acordó que este Protocolo entraría en vigor cuando fuera ratificado por una cantidad de países que represen- taran en la sumatoria de los seis principales gases de efecto inver- nadero que emiten, una mayoría del 55% de las emisiones mundia- les conocidas y cuantificadas a ese momento. En la reunión ante- rior a la de Buenos Aires, año
2003 en Bonn, se anunció que la Convención había sido ratificada por 188 países, pero que la gran mayoría eran países con bajas emisiones. La entrada en vigor im- plica entre otras cosas que el

1 XI Foro Global sobre Biodiversidad. UICN. Buenos Aires, 1999.
2 Para más información sobre la Convención y el Protocolo, los textos, anexos, conclu- siones de las COP y documentos científicos, ver los sitios en internet: //cdm.unfcc.in- t/Reference/Documents; //unfcc.int/portal_espanol; //unfcc.int/2860.php; y //unfcc.int-
/meetings/cop_10/items/2944.php

GEF3 podrá destinar fondos (se habla de un orden de magnitud de
90.000 millones de dólares) a pro- gramas de implementación del Protocolo, además de lo necesa- rio para cumplir con la adaptación y la mitigación. Hasta el momento, los dirigentes del GEF no se han mostrado demasiado permeables a las necesidades de los países pobres afectados por los cambios. Este es otro de los aspectos donde entra en crisis la relación Norte-Sur, con particulares estruc- turas de bloques: por un lado los Estados Unidos y Australia con acceso fácil a sus recursos natu- rales y los empréstitos internacio- nales; por el otro lado Europa y el Japón, superpoblados y care- cientes en recursos naturales críti- cos: petróleo, agua, suelo, hace tiempo que basan su desarrollo sobre tecnologías ahorrativas, y aceptaron desde un principio el Protocolo de Kyoto. Otro bloque es el Grupo de los 77 (G-77, en realidad son más de 140) países
“en vías de desarrollo” que en su mayoría tienen bajo consumo energético de fuentes contami- nantes, al cual pertenecen la Ar- gentina y China. Paralelamente también hay otros dos grupos: la OPEP (algunos también están dentro del G 77), los productores de petróleo, que se distancian de los demás países subdesarrolla-

dos porque sus economías de- penden del uso del petróleo y adu- cen que las restricciones compro- meterían su desarrollo y el de los pequeños estados insulares, que ya tienen problemas por el cambio climático y en los cuales se perde- ría parte importante de sus super- ficies terrestres si sigue aumen- tando la temperatura promedio mundial, afectados todos ellos por cataclismos climáticos cada vez más grandes.
Lógicamente en esos encuen- tros son los países desarrollados los que llevan la voz cantante, porque las decisiones suelen apo- yarse en informes científicos que sólo ellos pueden pagar. Sin em- bargo el Embajador Estrada Oyuela informó que durante la úl- tima COP 10 (reunión de los Paí- ses Parte, celebrada en diciembre de 2004 en Buenos Aires) el gru- po de la OPEP es un excelente negociador, con gran coherencia interna -aunque Nigeria fue un miembro que aceptó firmar el Pro- tocolo- y que en cambio el Grupo de los 77 es poco participativo: en América latina sólo el Brasil y la Argentina tuvieron participación activa y que muchos de los países más afectados como los de la Alianza de Pequeños Estados In- sulares, quizás con la excepción de Tuvalu, tenían una pobre per- cepción de los problemas y de có-

3 Global Environmental Fund, (Fondo Mundial para el Medio Ambiente, creado en 1992) es el organismo internacional de financiación de proyectos ambientales, en la parte de costos incrementales e implementación de las convenciones de las Naciones Unidas que impliquen aguas internacionales, cambio climático, biodiversidad y desertización relacionada con los tres anteriores objetivos.

mo les afectarían. Por ejemplo, en la temática referida a la mitigación y/ o a la adaptación, como vere- mos a continuación, en los aspec- tos referidos al financiamiento o subsidios internacionales, hubo posiciones irreconciliables hasta último momento: la Unión Euro- pea y Estados Unidos dijeron que sólo iban a apoyar el destino de recursos económicos y los nece- sarios para la cooperación técnica de la adaptación, los países insu- lares para la mitigación con adap- tación y la OPEP sólo para mitiga- ción. Es también cierto que los países de este gran grupo del G77, dicen claramente que las prioridades en sus presupuestos nacionales pasan por la erradica- ción de la pobreza y por el desa- rrollo social y que para cumplir con las metas del CMNUCC nece- sitan de subsidios internacionales, entre ellos el GEF. A muchos de ellos, a diferencia de la Argentina, el cambio climático les significó sólo escasos impactos en áreas no críticas y a otros los desastres climáticos prácticamente les diez- maron poblaciones enteras o los endeudaron aún más de lo que ya estaban.

Mitigación vs. Adaptación, Mitigación + Adaptación

El Protocolo se centra sobre compromisos de mitigación del problema, básicamente en la re- ducción de emisiones de gases del efecto invernadero, lo que im- plica fuertes conversiones tecno-

lógicas, cambio de metodologías
(en las industrias, el agro, la gana- dería, los transportes, etc), cam- bio de producciones y cambio de usos, entre otros.
Si bien fue considerado por mu- chos un compromiso de mínima, los grandes emisores fueron re- nuentes a firmarlo, por distintas razones. Propusieron en cambio medidas de adaptación a situa- ciones que evalúan de difícil y oneroso cambio: Estados Unidos, por su economía basada sobre el petróleo, está más dispuesto a gastar 20-25.000 millones de dó- lares en perfeccionar sus siste- mas de alarma y evacuación de población, y en reparar los daños causados por desastres tales co- mo huracanes, incorporando ese costo a su economía de mercado, que a convertir su dispendioso sistema interno de transporte, de climatización de edificios, etc. El discurso justificativo oficial es que EUA descree de que los grandes eventos actuales tengan que ver con cambios climáticos vincula- dos con la acción humana; su de- legado a la COP 10 Harlan Wat- son insistió en que no hay eviden- cias científicas de ello, contra la opinión de la mayoría de los pre- sentes, entre ellos la delegación argentina. Estados Unidos no ad- mite “negociaciones” sobre el te- ma, sólo “intercambios de infor- mación”. Dado que ese país es responsable de un 25% de las emisiones de dióxido de carbono según estimaciones conservati- vas, se pensaba que el Protocolo

estaba condenado al fracaso sin su firma. Sin embargo, con la re- ciente firma de Rusia se alcanzó compromisos de control sobre el
57% de los seis principales de los llamados gases invernadero
(61,6% si se consideran otros ga- ses) por lo que ya hay luz verde para que el Protocolo de Kyoto se ponga en marcha en febrero del año próximo; está previsto realizar en 2012 la revisión, adecuación y ampliación del Protocolo actual, ya con más datos concretos de los costos en el nivel mundial de los efectos negativos de los GAI en la economía mundial, la capacidad de implementación, control y con- tinuidad de los proyectos inicia- dos, y el grado de efectividad en cada país de las medidas toma- das tanto para la mitigación como para la adaptación.
La buena noticia: Rusia no veía con malos ojos algo más de calor en su helada Siberia y también se negó a firmar durante largo tiempo hasta tanto tuviera garantizado el financiamiento externo para sus planes de desarrollo, consideran- do la escisión de varios países que sufrió y sigue sufriendo. Pero con el tiempo, y con el apoyo fi- nanciero de la Unión Europea y la estabilización política interna, cal- culó que suscribiendo el Protocolo podría lograr inversiones por unos
20.000 millones de dólares y que estaría en condiciones de nego- ciar en el mercado sus exceden- tes en la captación y/o sustitución

de emisiones4. Días antes del co- mienzo de esta Conferencia hizo depósito del Acta ratificatoria del Protocolo por parte de su país. El mercado de emisiones consiste en que, ya que hay países, como la Argentina y el Brasil, que produ- cen emisiones muy por debajo de lo esperable dada su población y en sus proyectos nuevos de desa- rrollo pueden utilizar otras meto- dologías (bajo el denominado Me- canismo para el Desarrollo Limpio
-MDL-) que no producen GEI o captan GEI del ambiente median- te forestaciones, uso y producción del hidrógeno, etc. (aquí, porque la mitad de la energía que usamos es hidroelectricidad no contami- nante; en el Brasil es de casi 90%, porque ha sustituido los productos derivados del petróleo por alcohol y combustibles como el biodiesel) pueden compensar los excesos de otros países, cobrando por ello. En síntesis: en un país del Anexo I -aquel que debe reducir sus GEI- la empresa X debe dis- minuir sus emisiones, en una can- tidad determinada de toneladas, como ello le implica una inversión económica y un cambio de tecno- logía que por un lado le sale alta- mente onerosa y por el otro tam- bién requiere de un tiempo para amortizar las inversiones existen- tes y realizar la conversión, “pue- de comprar” en el mercado inter- nacional las toneladas de GEI que dejan de producir o que captan otras empresas, en otros países

que no son los del Apéndice I y esas toneladas se “descuentan” del total producido por el país don- de está la empresa X (este merca- do de compra y venta se hace sobre la base de la emisión de parte de quien deja de emitir o capta GEI, de bonos denomina- dos “bonos verdes”, que son con- tabilizados, controlados y registra- dos por un organismo creado a tal efecto, durante la última COP 10). China es otro gran emisor que aún no firmó el Protocolo de Kyo- to, y que recién presentó en di- ciembre último el primer informe nacional de su situación, para el año 1992 y las tendencias, según lo establece la Convención Marco. A pesar de su renuencia, algu- nos de los países no firmantes del Protocolo también toman medidas de distinto tipo: de mitigación, co- mo el reemplazo del carbón por combustibles no fósiles o hidroe- lectricidad en China, cuya pro- puesta es comenzar por la aplica- ción de las metodologías y tecno- logías ya disponibles, en forma paralela pero fuera del Protocolo; o de adaptación, como el uso de los bonos verdes que compran empresas estadounidenses con fi- liales en países que no son del Apéndice I, para que empresas
(pueden ser también comunida- des, gobiernos municipales, pro- vinciales y reparticiones naciona- les) de terceros países empren- dan forestaciones capaces de ac- tuar como sumideros de exceden- tes de dióxido de carbono, fijado

mediante la fotosíntesis. En lo in- mediato disminuye así su respon- sabilidad en los volúmenes tota- les, pero hay expertos que relativi- zan la eficacia de este método ya que consideran efímera esa fija- ción: la corta vida de los árboles y los 100 ó 200 años que duraría la madera donde se fija el dióxido de carbono, no tienen peso en los va- lores definitivos en el mediano plazo. Estados Unidos promete destinar al problema 5.800 millo- nes de dólares en 2005, pero a su manera, creando al igual que Aus- tralia, nuevas normas internas ad- ministrativas y legales para esta- blecer un “símil Protocolo de Kyo- to sólo aplicable dentro de su país”, pero más flexible y con nor- mas propias de su mercado inter- no, para las empresas y gobiernos estaduales del país; en el caso de Australia es para ver si pueden cumplir y hacer cumplir dentro de su país las exigencias del actual Protocolo y así adherirse en caso de ser exitosas la metodologías empleadas. En cambio Estados Unidos de América, tampoco tiene en cuenta valores absolutos como marca el Protocolo, sino en rela- ción con su PIB. La actual admi- nistración sufre críticas también dentro de su propio territorio: la US Climatic Action Network la acusa de seguir una política que implica en la práctica un aumento de emisiones: reconocen un au- mento de 15-16% respecto de los valores de 1990.

En la Argentina, una medida bá- sica de adaptación es perfeccio- nar el sistema de alerta para inun- daciones por lluvias torrenciales mediante una red de radares me- teorológicos, como propuso el Dr.V. Barros del Instituto de Cien- cias de la Atmósfera de la UBA5. Los pronósticos indican que los extremos climáticos se acentua- rán, con impactos aún no total- mente evidentes. Se demostró que el inesperadamente rápido avance del dengue, entre otras enfermedades transmisibles por vectores, en toda América latina tiene que ver con los cambios de clima que produjeron un aumento promedio de medio grado durante el último siglo6. Por ello el requeri- miento de subsidios y financia- mientos blandos a mediano y cor- to plazos destinados a implemen- tar medidas de adaptación es una de los principales reclamos de los países del G-77.

El estado de situación.
¿Estamos mal pero vamos mejor?

La Organización Meteorológica Mundial de las Naciones Unidas, envió a su Secretario General y participó activamente en la elabo- ración de los informes mundiales, los cuales sólo se pudieron basar sobre situaciones comparadas

durante el último siglo y medio, porque antes no había registros climáticos mundiales adecuados. Así y todo, se observó que la últi- ma década figura entre las de más altas temperaturas y se mostró estadísticamente cómo se fue produciendo uno de sus impactos negativos en el nivel global: el adelgazamiento de un 8% del hie- lo ártico en los últimos 25 años. En la Argentina se ha reportado una consistente retracción de va- rios glaciares andinos según estu- dios del Instituto Argentino de Ni- vología y Glaceología7. En algu- nos casos como en Mendoza, que tiene economía de oasis con áreas de riego sobre la base de aguas de deshielo, una desregu- lación de caudales puede compro- meter su futuro productivo.
Si bien el calentamiento global es lo que tiene más prensa, la rea- lidad de los países es que son las oscilaciones climáticas imprevisi- bles , percibidas como anomalías, lo que trae mayores problemas: sequías, inundaciones, olas de frío y de calor atípicas -para las cuales los países no tienen meca- nismos de detección prematura, prevención y adaptación- las cua- les terminan traduciéndose en muertes, hambrunas, éxodos, pauperización general y pérdidas económicas cuantiosas. Todos re- cordamos las olas de calor en Es-

5 Por el cambio climático proponen modificar el sistema de pronósticos. Sibila Camps. Diario Clarín 10-12-04
6 Ministro de Salud G.González García, Diario Clarín, 7-12-04.
7 Los glaciares del Aconcagua se están reduciendo por el calor. Rafael Morán, Diario
Clarín 12-12-04.

paña y Francia, pero nuevamente, son los países subdesarrollados las principales víctimas, como lo evidencian las sequías en el Sur de África, de Asia y de China. En Kenia la producción de alimentos cayó un 40%. Las sequías no vie- nen solas: los campos y bosques resecos se incendian muy fácil- mente, hasta en Alaska.
“En el Chaco no hay término me- dio: o se pierden las cosechas por sequía o, casi sin solución de con- tinuidad, por inundación”8. Incluso durante el desarrollo de la confe- rencia, los tramos medios de ríos de la Cuenca del Plata sufrieron inundaciones catastróficas de unas 300.000 hectáreas en el co- razón del Chaco, por caudales de lluvia inéditos en la región: casi
700 milímetros en 96 horas, el equivalente a la precipitación me- dia anual. Fueron consecutivos a una intensa sequía. Las inunda- ciones tampoco vienen solas, es- tán detectadas las alteraciones que las potencian, principalmente deforestaciones y compactación de suelos agrícolas mal maneja- dos9. Cuando se van, también se van los pobladores rurales empo- brecidos (en la región el 60% de los pobladores ya son pobres), a hacinarse en las ciudades. Por

otra parte en la región del NOA, especialmente en las provincias de San Juan, La Rioja y Catamar- ca, padecieron una sequía que duró unos seis meses en la tem- porada 2003/2004.
En realidad ninguna de estas si- tuaciones es realmente inédita. Lo inédito es la mayor duración, in- tensidad y frecuencia de los even- tos, que impiden que las regiones afectadas se repongan de los da- ños. Aun así, algunos expertos y representantes de países dicen que para algunos de los impactos climáticos negativos que se dan como ejemplo, hacen falta más evidencias de que los cambios se vinculan efectivamente con la ac- ción humana y no son meras osci- laciones naturales, algo que sólo una investigación meteorológica detallada puede dilucidar. En otras palabras, se vuelve al viejo dilema de si los desastres natura- les son tan naturales como pare- cen, y determinar en qué medida los desencadenamos nosotros10. Uno de los aspectos que recibió especial atención, fue la influencia de los cambios climáticos sobre los seres vivos del planeta. La Unión Internacional de Conserva- ción de la Naturaleza UICN le de- dicó su undécimo Foro Global11, y

8 Hay más de 5.000 evacuados por las inundaciones en el Chaco. Eduardo López, Dia- rio Clarín 9-12-04.
9 “El cambio climático y sus consecuencias territoriales” , Actas de la 51º Convención Anual de la Cámara Argentina de la Construcción, Tomos I y II, Buenos Aires, noviem- bre 2003
10 Ver el documento Global Change Information Programme en http://www.doc.mmu.a- c.uk/
11 Informe del XI Foro Global sobre Biodiversidad. Explorando la sinergia. Entre la Con-

en la COP 10 representantes del World Wildlife Fund (WWF) expu- sieron muchos estudios realiza- dos sobre poblaciones de plantas y animales terrestres y acuáticos que sufrieron disminuciones, ya fuere por deterioros en sus hábi- tats o por disminución de sus fuentes de alimento. Un caso: el krill, que forma bancos de diminu- tos crustáceos que están en la ba- se de las tramas alimentarias en aguas antárticas, vio reducidas sus poblaciones porque aumentó la temperatura del agua, y su es- casez se notó en la reducción de las poblaciones de pingüinos de Adelia. Para la mayoría de las es- pecies, especialmente para las del reino vegetal, no es posible migrar ni adaptarse rápidamente a los cambios. WWF considera que el ritmo máximo de calentamiento que posibilitaría muchas adapta- ciones, debería ser de 0,05° por década, mucho menor que el ac- tual (0,44° superior a la media del período 1961-1990) y lejos del au- mento medio de 2° que se produ- jo a lo largo de la era industrial12. Según un informe de Naciones Unidas, en lugar de aportar a la reducción, desde 1990 el Japón aumentó emisiones de GEI en
11%, Canadá 20%, en tanto Euro- pa logró un descenso global de
3,5% que ahora comienza a rever- tirse a medida que los países del Este europeo van saliendo de sus

crisis productivas. España au- mentó emisiones en un 40%13. Se prevé que los principales países emisores producirán un incremen- to de 10% durante la primera dé- cada de este siglo, con lo cual ha- brán aumentado un 19% sobre los valores de 1990.

Conclusiones

El viejo y conocido mundo anti- guo está cambiando las reglas del juego, y nuestra especie es poco adaptable: ¿qué pueden hacer países con escasos recursos na- turales renovables y alta densidad de población? En estos países la seguridad alimentaria de la que tanto se precia la actual sociedad internacional, está pasando a ser una meta inalcanzable. Este es uno de los puntos nodales de la discusión, cómo apoyar a los paí- ses en crisis climática que no es- tén capacitados de resurgir por sí mismos. ¿Un parche? ¿Tomar medidas de mitigación o ayudar- los a adaptarse a algo que no con- tribuyeron a desencadenar? ¿O en el caso de los Estados insula- res permitir la desaparición y ex- terminio de toda su gente, su ri- queza biológica, su cultura y su existencia bajo las aguas?; ¿es esta nuestra elección, simplemen- te porque no nos responsabiliza- dos ni nos interesa conocer el mo- do y cómo tenemos un “mejor ni-

vención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático y la Convención so- bre Diversidad Biológica. UICN. B.Aires, 1999.
12 Diario Clarín, 15 y 16-12-2004
13 Diario Clarín 16-12-04

vel de vida” , en ciertos países, al- gunos grupos de personas?14
Las grandes reuniones interna- cionales sirven al menos para sa- ber y dar a conocer al público en general cómo estamos y cómo va- mos. Pero en vista de los magros resultados obtenidos durante este último cuarto de siglo, cabe pre- guntarse si lo que se dice, lo que se hace y lo que se logra es rele- vante en relación con lo que ha- bría que hacer para superar esta y otras crisis mundiales.
Los grandes reclamos inmedia- tos de los países en desarrollo, son la implementación lo antes posible de las medidas de adapta- ción además de las medidas de mitigación: fondos internacionales suficientes y accesibles para avanzar en la adaptación a los cambios, verdaderas transferen-

cias de tecnología de última gene- ración sobre la base de la coope- ración interespecífica, desarrollos tecnológicos que contemplen la sustentabilidad y la falta de impac- tos negativos a corto, mediano y largo plazos, entre otros aspectos.
¿Demandas de emergencia o per- cepción de que las esperadas y comprometidas medidas de miti- gación son metas incumplidas? Las respuestas están en nosotros mismos, porque la gente es la que gobierna y decide, la gente hace a los países y los conduce, la gente es responsable por el destino de los seres vivos irracionales y del lugar donde vive, la gente es quien puede producir las mayores catástrofes y también la gente es quien los padece. La gente somos nosotros: soy yo, es usted y es to- da persona que vive en este pla- neta Tierra.

14 “Los diez primeros años”, Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio
Climático, Buenos Aires, 2004

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