Por los chicos, frente al dólar grande

Julián Blejmar
El actual tipo de relación entre el peso y el dólar está obligando al Gobierno a desarrollar diversas iniciativas para amortiguar el costo que esto genera en diversos sectores productivos. Sucede que, en los hechos, muchas importaciones están teniendo menores costos que su competencia producida localmente, lo que pone en aprietos a parte de la industria nacional, también por el hecho de que esta producción argentina, está resultando cada vez más costosa para los compradores extranjeros, que en muchos casos comienzan a volcarse a productos similares realizados en otros países.

Y es que no se trata sólo de un dólar que, a partir de la devaluación de enero, fue retrasándose paulatinamente en relación con los precios internos, al subir cerca de un 10% frente a una inflación acumulada cercana al 35%. El hecho es que se suma a este cuadro una reapreciación de la moneda norteamericana, que de acuerdo a Bloomberg Data llegó a su nivel más alto en diez años, más allá de que en la semana, el gobierno norteamericano expresó que no es su intención que se siga revaluando. Pero de todas formas, teniendo en cuenta el tipo de cambio multilateral, que incluye no sólo al dólar, sino a las monedas de nuestros socios comerciales (el Real, el Euro, y el Yuan) el panorama luce aún más complejo. Durante la semana, el Real llegó a su valor más bajo desde 2003, mientras que el Euro se devaluó entre el año pasado y el actual cerca de un 20% frente al dólar. Así, sectores productivos nacionales se encuentran compitiendo con países que disminuyeron fuertemente el costo en dólares de sus mercancías, tanto por la revaluación del dólar como por la devaluación de sus monedas locales.

Pero tal como se comentó en la columna pasada (http://sur.infonews.com/nota/10756/entre-la-enfermedad-y-el-remedio), el Gobierno desecha la alternativa ortodoxa propuesta de forma abierta por Mauricio Macri y parte de los referentes económicos de Sergio Massa. Esto es, una devaluación ampliada que logre el deseado objetivo de aminorar el costo de los productos argentinos, pero vía la rebaja salarial. Fue en rigor la opción que sí tomó, por primera y única vez, el Gobierno en enero del año pasado, y que según el Centro Cifra significó un descenso promedio del 4,8% en los salarios registrados del sector privado, lo que llevó a que el Gobierno realice una mirada crítica sobre esta decisión y decida volver sobre sus pasos.

Acción heterodoxa. En la entrevista que el presidente del Banco Central Alejandro Vanoli concedió a este medio semanas atrás, remarcó que “está claro que Argentina es un país que, estructuralmente, tiene productividades relativas diferenciadas, ya que no es lo mismo la productividad en la producción de soja que los cultivos de algunas economías regionales, ni es lo mismo la industria que el campo. Eso justifica tener tipos de cambio diferenciales”.

Claramente, la lectura del Gobierno es que la actual relación del peso con el dólar resulta complicada para algunos sectores productivos, pero no para todos. Una devaluación ampliada, entonces, aumentaría exponencialmente las ganancias de segmentos de la economía que ya están teniendo muy buena rentabilidad, y que por ende no necesitan de esta devaluación (pese a sus discursos), a costa de la reducción de salarios y empleos.

Si bien este complejo cuadro se profundizó en los últimos tiempos, ya desde hace años que el Gobierno sostiene los valores del dólar apoyándose también en una política de restricción a las importaciones, centrada en las famosas Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación (DJAI), así como a la regulación en la venta de dólares, cuestiones ambas que no parecieran estar en la agenda de modificaciones para los próximos meses. Respecto de la venta de dólares, el presidente del Banco Central respondió a la propuesta macrista de liberalizar su venta (y forzar una fuerte devaluación) que “me parece irresponsable hablar livianamente que de un día para el otro todas las restricciones van a ser eliminadas”, mientras que en lo que respecta a las DJAI, el secretario de Comercio Augusto Costa afirmó en la semana que el país iba a cumplir el fallo de la Organización Mundial de Comercio (OMC) que solicitaba modificaciones al régimen de importaciones, pero que “esto no significa de ninguna manera que vamos a eliminar el sistema de DJAI”.

La regulación estatal a la salida de dólares, sea restringiendo la entrega a particulares o la entrada de importaciones, es una de las políticas que están permitiendo al Gobierno no caer en una nueva devaluación. Pero como se señaló, esto no neutraliza el problema productivo que sufren algunos sectores a causa del actual valor del dólar en la Argentina. Por eso, el Ejecutivo viene desarrollando una serie de medidas para estos sectores, que busca contrarrestar los efectos causados por el actual valor del dólar.

En relación al sector agropecuario, durante la semana se lanzó el Programa de Estímulo a pequeños productores de granos y oleaginosas, consistente en un fondo de 2.500 millones de pesos para 46.121 pequeños productores de soja, trigo, maíz y girasol (el 70% del total de productores agrarios), que cosechan hasta 700 toneladas anuales, y que explican sólo el 12% de la producción. Para ellos, a diferencia de los grandes productores, el costo del dólar está resultando un importante escollo. La medida se suma a otras realizadas meses atrás, como el Certificado de Estímulo a la Producción Agropecuaria Argentina (Cepaga) para productores de trigo; líneas de crédito para productores de soja de menos de 600 toneladas; o el recientemente instrumentado Régimen de Recomposición del Pequeño Productor Lechero para el pago de 0,30 centavos por litro de leche para 8.500 tambos que producen menos de 2.900 litros por día, por un monto de hasta $350 millones.

En cuanto a la industria, el Gobierno envió al Congreso un paquete de leyes para favorecer a pymes, a través de anteproyectos de creación de un Programa Nacional de Parques Industriales (Pronapi) y un Consejo Federal de Parques Industriales para brindar más apoyo público además del existente por medio de los Aportes no Reembolsables (ANR); modificaciones en el pagaré bursátil (para que pueda ser cancelado en cuotas), y asistencia y capacitación estatal para Pymes en estrategias de diseño. Estos proyectos se suman a la reciente modificación de la Línea de Crédito de Inversión Productiva, vigente desde 2012, para que los bancos otorguen de forma obligatoria créditos industriales, fundamentalmente a pymes, por el equivalente al 6,5% de sus depósitos del sector privado, a una tasa máxima del 19% y a un plazo no menor a los 36 meses.

Se trata, en definitiva, de ayudar a la “competitividad” de los sectores productivos medianos y chicos, sin caer en una abrupta modificación del tipo de cambio, que dañe los salarios y el empleo. Los resultados de estos planes, sin dudas, son difíciles de predecir. A diferencia, claro está, de los que tendría aparejados la reclamada devaluación.

Miradas al Sur - 22 de marzo de 2015

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