Mujica dio cátedra en la UNLP

Emiliano Guido
Universidad y América Latina. La Universidad Nacional de La Plata otorgó el Doctor Honoris Causa al jefe de Estado del vecino país, por su defensa política de la educación pública, libre, gratuita y laica.

Leí que algunos sectores estaban sorprendidos de que una universidad me premiara y les llamaba mucho la atención de que sea un presidente humilde y pobre. Mentira, pobre no es el que tiene poco, pobres son los que precisan mucho”, bromeó el presidente uruguayo José Mujica en el inicio del largo parlamento que brindó el último jueves en el patio interno del Rectorado de la Universidad Nacional de La Plata tras recibir el título de Doctor Honoris Causa. Minutos antes, el presidente de dicha unidad académica, el arquitecto Fernando Tauber, había cumplido con el protocolo al leer los fundamentos técnicos que movilizaron a la UNLP y a la Cátedra Libre José Artigas a honrar al ex guerrillero tupamaro: “Este Honorable Consejo Superior distingue al jefe de Estado del vecino país por su trayectoria militante, sus aportes a la causa de la democracia y la defensa de la educación pública y gratuita”.

A esa hora, cerca de las tres de la tarde, seguramente las cursadas de las facultades vecinas de Humanidades y Derecho tendrían una presencia raleada en concurrencia, ya que muchísimos estudiantes fueron a presenciar el acto. Incluso, los más rezagados tuvieron que conformarse con observar el discurso de Mujica desde una pantalla gigante ubicada en la céntrica calle 7. El murmullo de toda esa muchedumbre, más la mística militante de las agrupaciones universitarias platenses que se acercaron, hacía imposible escuchar la resolución leída por el rector Tauber. Pero, seguramente, nadie había resignado su tiempo para escuchar al presidente de la UNLP. Todos querían observar en vivo y en directo al más campechano y descontracturado de todos los jefes de Estado al sur del Río Bravo. Y Mujica no defraudó. Es más, luego de comenzar un discurso que tuvo en la crítica “al consumismo capitalista” como eje central “vivimos pagando cuotas y más cuotas; del auto, la heladera o el celular, y al final no somos libres de hacer lo que queremos porque nunca tenemos tiempo para nada. A ver si me entienden, no defiendo la pobreza sino la sobriedad”, enfatizó José Pepe Mujica y encendió a la muchachada, un pibe de La Cámpora, rápido de reflejos, aprovechó un silencio y disparó: “Scioli aprende de Mujica”, una frase que puso sumamente incómodo al gobernador bonaerense, que estaba en primera fila juntos a un par de ministros de su gabinete, pero que sí recibió el aplauso aprobador de todo el resto de los presentes.

Luego de hablar del impacto ambiental generado por el modelo de desarrollo que proponen los países centrales –lo que parece ser uno de los tópicos favoritos de Mujica, ya que de este tema aportó una mirada muy severa cuando disertó recientemente en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro–, el primer mandatario uruguayo optó por dar consejos de lo que el entiende como “la alta política”. “A los dirigentes juveniles que quieren cambiar el sistema lo más rápido posible, les digo que esa escalera se sube mejor escalón por escalón. Yo no terminé en la cárcel en los setenta para hacerme el héroe sino porque me agarraron”, aguijoneó Mujica y las carcajadas brotaron una vez más, en un marco festivo de lo que ya parecía un stand up muy particular. En otro fragmento, el presidente uruguayo obvió las humoradas y utilizó un tono más frío, más cercano al estadista: “Los mejores luchadores, los mejores cuadros políticos no son quienes hacen más, sino quienes son capaces de dejar gente que los suplanta con ventaja”.

Por último, antes de volver a su país y de culminar una visita exprés a la Argentina –fue y vino en helicóptero, no se entrevistó con la presidenta Cristina Fernández ni otorgó reportajes–, Mujica remarcó la importancia del proceso de integración regional. Pero, lo hizo con su estilo. Fresco, chispeante, sin utilizar palabras acartonadas. “Qué es China sino un Estado multinacional. ¿Y la India? Lo mismo. Entonces, América latina tiene que caminar unida sí o sí. Nada de pelear por separados una porción chiquita de la torta de la globalización. Necesitamos un alero que proteja a todos los países, y eso es la Unasur, eso es el Mercosur”, gritó Mujica y minutos después terminaba el acto. Mientras tanto, sobre la calle, una cuerda de tambores seguía tamborileando para ponerle música y color al cierre final.

Miradas al Sur - 21 de octubre de 2012

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