Mujeres en Guernica: la lucha por tierra, techo y trabajo

Aldana Somoza


“No hay ni una menos sin vivienda”, reclama el feminismo popular desde la toma. La falta de acceso y una vulnerabilidad histórica.

La lucha por el acceso a la tierra y a la vivienda se hace bandera de los feminismos populares, y en la toma de Guernica no es la excepción.

Luego de que la Cámara de Apelaciones de La Plata ordenara el desalojo del predio, las mujeres de la toma escribieron una carta dirigida a las ministras de Mujeres, Géneros y Diversidad, donde relataron la realidad que viven y denunciaron además el hostigamiento de la policía y la estigmatización de los medios de comunicación. También reclamaron que se frene el desalojo -programado para el 23, 24 y 25 de septiembre- y una respuesta integral con un planteo claro: “No hay ni una menos sin vivienda”.

La mayoría de las mujeres que viven en el predio de Guernica son jefas de hogar, madres solteras, trabajadoras de casas particulares que fueron despedidas sin indemnización, vendedoras ambulantes, que por la situación sanitaria se quedaron sin ingresos y, como consecuencia, no pudieron seguir pagando el alquiler de dónde vivían.

Una de tantas esas historias es la de Giselle Espinoza, mamá de siete hijas -todas mujeres-, abuela de dos niñes y jefa de hogar. Trabajaba como cuidadora de un adulto mayor hasta la llegada de la pandemia, que cortó el único ingreso que tenía. Giselle junto a su marido y sus hijas pagaron un alquiler hasta que se quedaron sin ingresos y se les planteó la falsa disyuntiva, como al resto de las 2500 familias que hoy ocupan el predio ubicado en el partido de Presidente Perón: “¿Que hago, le doy a comer a mis hijos y me quedo en la calle o pago el alquiler y mis hijos no comen?”. Con su familia se enteraron de la toma y según dice, “ahora estamos resistiendo por un pedazo de tierra para vivir”. Giselle es hoy una de las encargadas de las ollas populares y merienda en la zona 20 de julio, uno de los cuatro barrios en los que las familias organizaron el predio. “Acá se come al mediodía o a la noche. Muchas mamás en vez de darle la merienda a la tardecita se la dan tipo 7 u 8 de la noche para que el nene antes de acostarse tenga algo en su estómago”, relata.

Natalia Molina es referente de la villa 21/24- Zavaleta y milita en la Corriente Villera Independiente del MP La Dignidad. La visita a la toma la transportó a su infancia: “Mi primera casa y mi barrio se construyó en lo que en algún momento fue una toma. Mis viejos 'eran usurpadores’”, y recuerda: “Esos ranchos me llevaron a un portal del tiempo donde me vi reflejada en una casa hecha con los puntales de los sauces, como mi primera casa que tenía techo de chapa, paredes forradas de plástico negro, el piso de tierra y cuando llegaba el verano los troncos de los sauces brotaban".

La militante barrial hace foco en el rol de las mujeres en los lugares de lucha por la vivienda digna: “El covid evidencia los reclamos históricos que hacemos que tienen que ver con la falta de oportunidades que no tenemos las mujeres al no tener independencia económica, y una de esas cuestiones tiene que ver con tener una casa. Es importante que las mujeres nos pensemos y asumamos un rol como sujetas políticas y ocupar los espacios de toma de decisión, que tienen que ver con ocupar la junta vecinal, de llevar adelante los proyectos de urbanización”.

Ni el agua alcanza

Detrás del estigma y la criminalización sobre los “usurpadores”, hay personas viviendo en la extrema precariedad, a quienes no se les garantiza derecho a la vivienda, al trabajo ni tampoco a la salud: en plena pandemia, no tienen acceso al agua: “Salimos con un bidón a pedir agua, pero no alcanza durante el día, porque tenés que higienizar a tus hijos, a vos, lavar la ropa, es muy cansador”, cuenta Giselle.

Según el Registro Nacional de Barrios Populares (RENABAP), en el 63% de los hogares de esos barrios, las mujeres son jefas de familia, y el 42% son menores de 19 años. Además de ser quienes realizan el 76% de las tareas de cuidado hacia adentro de los hogares, también son quienes sostienen los cuidados comunitarios: la olla para las familias, la merienda para les niñes, la organización del barrio, la colecta de donaciones.

Luego de la carta, militantes, activistas y referentes de organizaciones sociales, agrupaciones y redes feministas se contactaron con las mujeres de Guernica, y luego de una asamblea confeccionaron un documento en el que remarcan “la importancia de la tierra y la vivienda en la construcción de nuestros proyectos de vida”.

Mafalda Sánchez es militante de la red de feminismos populares Potencia Sur. Apenas llegó la carta plantearon con otras compañeras ir al territorio. “Surgió que lo que más necesitaban era visibilidad. Que se sepa que no son delincuentes, que no son punteros, que son mujeres jefas de hogar que están en esta situación. Plantamos una voz de los feminismos populares para seguir diciendo que no hay manera de salir de la situación de precarización, vulnerabilidad, de violencias, de explotación si no hay acceso, si no hay tierra, trabajo y vivienda”, plantea.

Sánchez reclama que se deje de criminalizar a los sectores populares: “son las mujeres las que están a la cabeza de organizar las comunidades, los barrios, las que están en la mesa del Renabap, en la junta de las villas. En la cuarentena se puso de manifiesto nuestro rol esencial, en el trabajo de cuidado de la comunidad”.

Jacky Flores, referente del MTE y la UTEP fue parte de las decenas de compañeras que fueron a la asamblea: “Nos encontramos con desesperanza, angustia y miedo. Que las mujeres hayan decidido hacer una toma en plena pandemia visibiliza el nivel de desesperación. Muchas de ellas son trabajadoras de la economía popular (sector representado en un 75% por mujeres), y con la pandemia era obvio que iban a perder su changa, su trabajo, y que no iban a poder alquilar”. Flores reclama una respuesta integral con perspectiva de género: “Necesitamos una mesa de resolución en donde haya que rediscutir el derecho de las mujeres, la urbanización de los barrios y la vivienda, que es ordenadora de la vida. Todas esas mujeres que están en Guernica necesitan asistencia, no represión”. Se refirió a los Ministerios de Mujeres, Géneros y Diversidad, plantea: “Celebramos que haya Ministerio, pero no para que sean intermediarias de la burocracia del Estado. Queremos que se sienten con las organizaciones sociales.”  «

El desembarco del Estado

El viernes, junto a la Subsecretaría de Tierras, Defensoría del Pueblo, Ministerio de la Mujer y la Diversidad y el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos comenzó un censo en los cuatro barrios. Desde el Ministerio de las Mujeres de PBA, la Directora de Políticas de Prevención, Articulación Interinstitucional y con Organizaciones Sociales, Alexia Abaigar, dijo a Tiempo: “En el marco de la Mesa Interministerial, desde el Ministerio estamos acompañando en territorio poniéndonos en contacto con las asambleas feministas de la toma de Guernica”, explica. “Esta semana fuimos a relevar las situaciones de violencias por razones de género de mujeres y personas LGTB+ para acercar los dispositivos con los que contamos para el abordaje de esta problemática, para que haya un Estado presente.” El viernes, junto a la Subsecretaría de Tierras, Defensoría del Pueblo, Ministerio de la Mujer y la Diversidad y el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos comenzó un censo en los cuatro barrios. Desde el Ministerio de las Mujeres de PBA, la Directora de Políticas de Prevención, Articulación Interinstitucional y con Organizaciones Sociales, Alexia Abaigar, dijo a Tiempo: “En el marco de la Mesa Interministerial, desde el Ministerio estamos acompañando en territorio poniéndonos en contacto con las asambleas feministas de la toma de Guernica”, explica. “Esta semana fuimos a relevar las situaciones de violencias por razones de género de mujeres y personas LGTB+ para acercar los dispositivos con los que contamos para el abordaje de esta problemática, para que haya un Estado presente.”

 

Tiempo Argentino - 20 de septiembre de 2020

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