Miradas sobre el 19 y 20

Juan Wahren [i]A grandes rasgos pueden perfilarse tres interpretaciones o miradas que intentan dar cuenta de lo sucedido en las rebeldes jornadas del 19 y 20 de diciembre del 2001. Una primera mirada sería la Institucional, otra la mirada "revolucionaria (paradójicamente) tradicional" y, por último una mirada (o miradas) ubicada(s) desde la perspectiva de pensar al 19 y 20 como un acontecimiento, como una ruptura radical en las formas de intervención política de los sujetos y como un "quiebre" en el proceso de protestas que venían produciéndose en la Argentina desde fines de la década del '90.[/i]

La mirada institucional puede apreciarse en el texto de Cheresky (2002) y en el reportaje a José Nun del Diario Clarín (2003), para estos autores los sucesos del 19 y 20 fueron el reflejo de la crisis política, económica y social, que llevó a una grave crisis institucional, de la cual, el 19 y 20 fue una de las "respuestas" a esta crisis que dio la sociedad argentina, "la crisis institucional en Argentina va mucho más allá de que la conocida crisis de representatividad, se manifiesta en que las instituciones dejan de cumplir los fines para las que fueron creadas (...) las instituciones pierden sentido para los ciudadanos." (Nun:2003) Así la crisis institucional debe ser saldada desde las propias instituciones que se encuentran deslegitimadas por la acción y omisión de quienes supuestamente estaban encargados de hacerlas funcionar, la denuncia, el componente destituyente del 19 y 20 ejemplificado en el grito (y canto) "que se vayan todos, que no quede ni uno solo", debe "ser superada y reemplazada por la construcción de un proyecto nacional y que este proyecto no necesariamente tiene que tener portadores político- partidarios solamente. Tenemos que discutirlo entre todos" (Nun: 2003) en el marco de una democracia representativa de tipo diferente que reconstituya "el lazo de representación política y la autoridad institucional" (Cheresky:2002) que habían sido puestos en jaque por la irrupción del 19 y 20. Tanto Nun como Cheresky no plantean una reinstitucionalización tal cual estaba planteado el sistema institucional previo al estallido del 19 y 20, sino que proponen una recuperación de la representatividad política que tenga en cuenta la "nueva presencia de una ciudadanía activa" (Cheresky:2002) ya que caracterizan que esta nueva participación ciudadana "constituye una extraordinaria ampliación del espacio público. Parece así revertirse la corriente hacia la privatización de los individuos ya una relación extremadamente segmentada con la vida pública que prevalecía desde los años ochenta" (Cheresky:2002) y que, abriendo nuevos canales institucionales para esta participación podrían generarse procesos de fortalecimiento de la democracia representativa con la combinación entre prácticas de democracia directa (como las asambleas barriales y los piqueteros) y la democracia representativa (Nun 2003) y apertura de la política a los ciudadanos independientes que incluya prácticas plebiscitarias (Cheresky 2002), aunque el énfasis siga puesto en la recomposición institucional, condenando algunas de las prácticas de protesta y participación llevadas acabo durante los sucesos del 19 y 20 y en los meses posteriores, como los "escraches" espontáneos o no, resignificados y llevados a cabo por las asambleas barriales y ahorristas contra bancos y personajes emblemáticos de la cuestionada clase política.

La mirada "revolucionaria (paradójicamente) tradicional" no será desarrollada, pero vale decir que es una perspectiva que ve en los sucesos del 19 y 20 la consumación de un proceso escalonado de luchas que marcan el momento "prerrevolucionario" en la Argentina, que era consecuencia inevitable (y por supuesto siempre anunciada por las vanguardia de siempre) del proceso de crisis "terminal" del capitalismo argentino (y mundial), y que, en todo caso, fue desaprovechado porque no hubo una dirección clara y homogénea, un programa revolucionario alternativo, ni una organización hegemónica que condujera el proceso "revolucionario". Esta mirada, a pesar de las buenas intenciones de muchos pensadores y militantes honestos y comprometidos con las luchas del campo popular, no deja de ser una mirada desde el sistema y no logra ver los rasgos de ruptura radical que se produjeron en esas jornadas, es una mirada que podría definirse, siguiendo a Boaventura de Sousa Santos (2001), como "subparadigmática, esto es que procura desarrollar las posibilidades emancipatorias que todavía se juzgan posibles dentro del paradigma dominante". O sea que esta mirada sigue el mismo camino que la perspectiva Institucional pero de forma invertida, ve a los hechos de 19 y 20 como "momento fundador y oportunidad de desarrollo de una revolución política" sólo que deseando esta posibilidad que la visión institucional temía (Colectivo Situaciones 2003: 12).

Por último, están quienes piensan al 19 y 20 como un acontecimiento entendiendo que estos sucesos presentan como la irrupción de lo político desde una ruptura radical y novedosa con respecto)a como se entendía y se actuaba políticamente anteriormente, el propio sentido del acontecimiento "no permite ser aprehendido a partir del conjunto de discursos que constituyeron los discursos preexistentes" (Barbetta y Bidaseca:2002:4), sin que esto tenga que significar que deben descartarse de plano todos esos saberes y prácticas anteriores que, de una forma u otra, sin ser determinantes del acontecimiento, configuran condiciones de posibilidad del mismo.

Esta lectura intenta pensar a estos sucesos en toda su potencia sin intentar suturar la novedad de la irrupción con categorías preestablecidas que indican caminos previos y posteriores claros y "predecibles", pero creo que esto no tiene que implicar el desconocimiento de que hubo situaciones estructurales (crisis económica, corrupción, crisis de representación, etc.), y sujetos que fueron forjando sus propias identidades en luchas anteriores (piqueteros, fábricas recuperadas, movimientos campesinos, etc.), que precedieron al estallido del 19 y 20 y que, aunque no lo hayan condicionado a priori, ni planteo que el estallido era "inevitable" por estos factores, sí creo que deben tenerse en cuenta en el análisis ya que se afectan de manera relevante aunque no mantengan una relación condicionante a priori. Esta irrupción creó una ruptura profunda y radical con múltiples efectos que son tratados por casi todos los autores en forma similar, desde Cheresky hasta el Colectivo Situaciones, aunque con distintas interpretaciones ya tratadas en la división de las "miradas" sobre los hechos del 19 y 20. Un primer efecto fue la profunda alteración de los poderes instituidos que significó la irrupción de las multitudes en las calles protagonizando y recreando la historia, generando ala vez nuevos actores sociales, los caceroleros por ejemplo, trasmutando su identidad social de vecino hacia un nuevo sujeto político (Barbetta y Bidaseca:2002), y también, como segundo efecto los hechos del 19 y 20 dieron una visibilidad inédita hasta entonces a una heterogénea gama de formas de protesta social que se fueron gestando en períodos diferentes y en relación a problemáticas y demandas muy diferentes como por ejemplo los piqueteros, movimientos agrarios y campesinos, las fábricas recuperadas, quienes además de tener una mayor visibilidad social, comenzaron, aunque con ciertas limitaciones como veremos más adelante, a desarrollar puntos de contacto entre sí y con los nuevos actores que surgieron a partir del 19 y 20, como las asambleas barriales. Este tercer efecto del 19 y 20, el surgimiento de las asambleas, es remarcado por todos los autores, como un espacio inédito y donde el acto destituyente del "que se vayan todos" comienza a instituirse, cuando "el ruido bullanguero de las cacerolas va cediendo lugar a la articulación de la palabra" (Svampa:2002). Es en este proceso donde los caceroleros, los vecinos, van constituyéndose como sujetos políticos, como ciudadanos de nuevo tipo, que se reconocen y se constituyen en un espacio abierto, donde la política deja de ser una actividad de unos pocos, para ser una actividad donde todos pueden involucrarse, se "rescata la importancia de la participación en la medida que nadie puede ser liberado o emancipado por otros, aunque nadie pueda hacerlo sin otros" (Barbetta y Bidaseca:2002:6). Así, "la destitución de la institucionalidad política y de los partidos como instrumentos de gestión -o de transformación- de la realidad puso a los asambleístas frente al dilema de dilucidar nuevas modalidades de instituir la vida colectiva y la atención de necesidades inmediatas" (Colectivo Situaciones:2003:5). En estas discusiones las asambleas fueron desarrollando diferentes propuestas de trabajo: muchas accionan en y desde el espacio del barrio, del territorio, llegando incluso a la ocupación de espacios abandonados, recuperados por el colectivo de vecinos; a la vez que mantienen discusiones políticas generales y ponen en práctica formas de democracia directa en su organización interna y en sus coordinaciones con otras asambleas. Como señalan casi todos los autores citados las asambleas mantienen tensiones con los partidos políticos de izquierda que pretendieron "cooptar" el movimiento asambleario, sobre todo desde el espacio de Parque Centenario, que durante los primeros cuatro meses de 2002 aglutinó cada domingo a miles de asambleístas provenientes de la Capital Federal, el Gran Buenos Aires 0e incluso de algunos asambleístas del interior. Este espacio de coordinación se vio interrumpido por las terribles disputas promovidas por los distintos partidos de izquierda que luchaban por la "conducción" de ese espacio.
Un tema que tratan tangencialmente dos autores es el de la autorreferencialidad de estos nuevos movimientos sociales y la relación de este problema con el tema de la delegación y la representación política, "las nuevas protestas han respondido a la autorreferencialidad de arriba con la autorreferencialidad de abajo. y si no, ¿Cómo no ver en las asambleas barriales una cierta tendencia al encapsulamiento, visible en la voluntad radical de separación así como en la negación de la delegación de la soberanía?" (Svampa:2002). Nun (2003) plantea que esta es una característica que "afecta siempre a estas formas de participación en todas partes del mundo que es la tendencia aun cierre particularista (...) de reclamar para uno sin tener en cuenta al prójimo es lo que tienen que resolver las asociaciones de segundo y tercer nivel, por eso la democracia directa no puede excluir la representación, porque tiene que enviar delegados a esas reuniones." Así queda como problemática a resolver esta tensión entre construcción política horizontal y "desde abajo" con una articulación que parecería imprescindible para no quedar encerrado en las particularidades de cada situación, de cada movimiento, como plantea Svampa (2002), la articulación permite el "reconocimiento de la separación de niveles; y con todo, sustenta la idea de que el poder constituyente de las multitudes debe vincularse -y por ende traducirse- en poder constituído. En los términos clásicos de la acción colectiva implica afirmar la tensión permanente, más que el pasaje, siempre problemático, entre el movimiento y la institución." Frente a este dilema es interesante el planteo que realiza Boaventura de Sousa Santos (2001) sobre la necesidad de construir una "Teoría de la traducción" que permitiría vincular las diferentes experiencias de lucha y de organización de los movimientos sociales que en vez de institucionalizarse para articularse y dejar su propia particularidad (y por ende su autorreferencialidad), puedan conectarse "desde adentro" del movimiento social, sin necesidad de un nivel "superior", sino que la discusión y el intercambio político se de en y desde el seno de cada alternativa social o movimiento. La teoría de la traducción buscaría, en vez de "generalizar a partir de esas alternativas en búsqueda de la Alternativa, tornarlas conocidas más allá de lo local y crear inteligibilidades y complicidades recíprocas entre diferentes alternativas en diferentes lugares. La creación de redes translocales entre alternativas locales es una forma de globalización contra-hegemónica" (Santos:2001).

Las experiencias de coordinación de los Movimientos de Trabajadores Desocupados dentro del MTD Aníbal Verón y su coordinación con el MOCASE, las experiencias de encuentros internacionales del Foro Social Mundial en Porto Alegre y del Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo en Chiapas (1996), la coordinación de algunas asambleas barriales y de algunas fábricas recuperadas, son ejemplos prácticos de estos intentos por coordinarse sin perder su propia especificidad y particularidad, con la firme convicción que esa autorreflexibilidad, ese "autoencerramiento" no logra un cambio social más que, con mucha suerte, para el propio grupo de pertenencia, estas prácticas emancipatorias son "finitas e incompletas y, por eso, sólo son sustentables cuando están ligadas en red" (Santos 2001).

Bibliografía

.Barbetta, Pablo y Bidaseca, Karina (2002) "Piquete y cacerola, la lucha es una sola: ¿Emergencia discursiva o nueva subjetividad?". Ponencia presentada en las Jornadas de Cultura y Crisis, IDES, Buenos Aires.

.Cerdeiras, Raúl (1991) "¿Quién fue Alain Badiu?". Ficha de cátedra, Buenos Aires.

.Cheresky , Isidoro (2002) Autoridad política debilitada y presencia ciudadana de rumbo incierto. Paper para su publicación en la revista Nueva Sociedad, abril 2002, Buenos Aires.

.Colectivo Situaciones (2003) "Causas y azares. Dilemas del nuevo protagonismo social" en Borradores de Investigación 4, Ediciones de mano en mano, Buenos Aires. I

.Domínguez, Diego; Guglielmucci, Ana y Mariottti, Daniela (2002) "Ruptura Radical y Autonomía." Ponencia presentada en las Jornadas de Cultura y Crisis, IDES, Buenos Aires.

.Giarraca, Norma y Bidaseca, Karina (2001) "Introducción", en La protesta social en la Argentina. Transformaciones económicas y crisis social en el interior del país, Alianza Editorial, Buenos Aires.

.Giarraca, Norma (2002) "Argentina 1991-2001: Una década de protesta que finaliza en un comienzo. La mirada desde el país interior", en Argumentos 1 Revista del IIGG, Diciembre, Buenos Aires.

.Nun, José (2003) "Es posible otra democracia" Entrevista del Suplemento Zona, Diario Clarín, 26-01-03, Buenos Aires.

.Santos, Boaventura de Sousa (2001) Prefacio general e Introducción de A crítica da razao indolente. Contra o desperdício da experiencia, Cortez Editora, Brasil (Traducción de la cátedra Giarracca de Sociología Rural).

.Svampa, Maristella (2002) "Las dimensiones de las nuevas protestas sociales", en El Rodaballo n° 14 Año VIII, invierno 2002, Buenos Aires.

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* Sociólogo, becario FONCYT del Grupo de Estudios Rurales, correspondiente al Instituto Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires. Argentina. E-mail: cacareo@hotmail.com

Planteo la re significación en el sentido que estos nuevos actores emplean los "escraches", iniciados por la agrupación H.I.J.O.S. para realizar un castigo simbólico y popular a los genocidas de la última dictadura militar que no eran juzgados por sus crímenes gracias a la Leyes de Impunidad (Obediencia debida y Punto final) y los indultos. Los escraches son retornados por nuevos actores como forma de protesta que surge de un repertorio de acciones que es re significado y reapropiado por los nuevos sujetos de la protesta que irrumpieron el 19 y 20 de diciembre. En estos días se da una visibilización enorme a formas de protesta que habían surgido en forma novedosa durante la década del '90 ya las que se sumaron nuevas acciones al repertorio como los cacerolazos, "en la acción colectiva los participantes cuentan con un repertorio de acciones que han adquirido en los procesos de aprendizaje, dentro del cual existen -y esto hay que resaltarlo- posibilidades de variación y creación" (Giarraca y Bidaseca:2001:34)

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