Ocho desafíos para la integración latinoamericana y un nuevo rol para Asia

Con la constitución de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) se rompió la inercia que inmovilizaba a la integración regional. Hasta ese momento, parecía inconcebible que este continente, forjado en una historia compartida y el pensamiento de sus Libertadores, careciera de un organismo independiente y ajeno de las injerencias estadounidenses y europeas.

Más de doscientos años, después de iniciado el camino de la independencia, fue necesario para que al fin pudiera concretarse un espacio llamado a convertirse en el foro de la unidad latinoamericana.

Mercosur: ilegal ingreso de Venezuela

Contrariando normas y pactos internacionales, el país que gobierna Chávez fue incluido en el bloque regional.

El ingreso de Venezuela al Mercosur sin contar con el necesario consentimiento expreso de Paraguay está viciado de nulidad y es, por lo tanto, ilegal. Así lo han reconocido o advertido voces tan importantes como las de los respetados embajadores de Brasil Luis Felipe Lampreia y Rubens Barboza; del vicepresidente de Uruguay, Danilo Astori, y del internacionalista oriental Heber Arbuet, entre muchas otras.

Para tratar de justificar lo injustificable, el presidente uruguayo, José Mujica, sostuvo que, respecto de ese ingreso, "lo político supera ampliamente a lo jurídico". Esa frase, en boca del primer mandatario de un país hasta ahora reconocido por su apego a la ley, sorprende enormemente. Porque, en otras palabras, eso quiere decir que se hizo "porque se nos dio la gana", por encima de lo que dictan las normas internacionales, dejadas perversamente de lado.

O sea, sin perjuicio de lo que estipula el propio Tratado Constitutivo del Mercosur, que, en su articulado, aclara expresamente, más allá de todo margen para la duda, que las solicitudes de ingreso de nuevos miembros deben ser aprobadas por "decisión unánime" de los Estados partes. Ello no sucedió. Por razones "políticas", dice Mujica, y los demás asienten.

La historia reciente es conocida. Acusando a Paraguay de haber violado el orden democrático al consumar un presunto "golpe de Estado" con el que se habría depuesto al ex presidente Fernando Lugo -proceso en el que en rigor se siguió el curso constitucional previsto a tal efecto, con la salvedad de que se pudo haber lastimado, en alguna medida, el derecho de defensa del acusado-, se abrió la puerta a Venezuela, pese a que para Brasil no hubo estrictamente "golpe de Estado", sino problemas que tendrían que ver con el debido proceso legal.

Sobre esa base se "suspendió" a Paraguay, situación que fue utilizada para no permitirle votar sobre el ingreso de Venezuela, al que se oponía, como ciertamente era su derecho y sin respetar las disposiciones de la Convención de Viena de 1969, que aclara que cuando en un tratado se "suspende" a una de las partes lo que efectivamente se suspende es el cumplimiento de los derechos y obligaciones que tienen que ver con las "relaciones mutuas", no otros. Esto es, los vinculados con las relaciones con terceros.

A ello, la Convención agrega que la parte que se pretende suspender debe tener por lo menos tres meses para "dar sus razones" para defenderse. Este derecho elemental (usado para suspender a Paraguay) se le ha negado -cercenándolo totalmente- en el Mercosur al propio Paraguay, al que no se quiso escuchar siquiera, con una actitud de cinismo y arrogancia sin igual, lo que constituye un grosero error histórico, cometido pese a que el Protocolo de Ushuaia aclara expresamente (respetando la Convención de Viena) que, en caso de ruptura del orden democrático en un Estado parte, se promoverán las consultas del caso, con el Estado afectado. Eso tampoco ocurrió y es gravísimo.

Tampoco puede ocultarse que la Venezuela de Hugo Chávez está absolutamente en las antípodas de la democracia. Hablamos de un país que responde a los caprichos e impulsos de un dirigente autoritario; de un aliado estratégico de Siria, Irán, Corea del Norte y Bielorrusia, que tiene una estructura institucional hiperpresidencialista, en la cual la discrecionalidad de Chávez es total y donde no hay ni equilibrios ni contrapesos democráticos. Por otro lado, el Poder Legislativo está sometido al Ejecutivo, y sin una justicia que pueda ser tenida por imparcial e independiente.

Peor aún, estamos ante un país que acaba de anunciar al mundo que abandonará nada menos que el Pacto de San José de Costa Rica, instrumento regional que contiene las garantías básicas en materia de defensa de las libertades esenciales y de los derechos humanos, de rango constitucional para los argentinos.

La Venezuela de Chávez no es una democracia, es un país autoritario. La ley allí es tan sólo la voluntad de Chávez. Y ésa es la presunta democracia que se acaba de invitar, ilegalmente, a incorporarse al Mercosur. Por esto, Lampreia concluye, con un pesar con el que coincidimos, que el Mercosur "ya no funciona como mecanismo de integración sino que, por el contrario, se ha transformado en un mecanismo político orientado sólo por razones ideológicas dictadas por los presidentes de Venezuela (cuando no era siquiera un pretendido miembro del Mercosur) y la Argentina, básicamente, y hasta cierto punto por Brasil". Para Brasil, cabe apuntar, el mercado venezolano, que cree puede tener cautivo a través del Mercosur, se ha transformado en conveniente prioridad económica.

Lo inaceptable es que para ello los derechos humanos, el Estado de Derecho y las convenciones han quedado de lado, gravemente pisoteados.

Venezuela ingresó al Mercosur

En el día de ayer se ratificó en Brasilia el ingreso de Venezuela al Mercosur. De este modo el bloque comercial sudamericano se refuerza tanto cuantitativa como cualitativamente. Lo primero, porque agrega a un nuevo socio con un producto bruto estimado -por el World Economic Outlook del FMI en paridad de poder adquisitivo en 397.000 millones de dólares. Es decir, se agrega una economía de un tamaño ligeramente superior a la de Suecia. El Mercosur agrandado cuenta ahora con un producto interno bruto total de 3.635.000 millones de dólares, lo que lo convierte en la quinta economía del mundo, sólo superado por Estados Unidos, China, India y Japón, y claramente por encima de la locomotora europea, Alemania.

Cualitativamente hablando la incorporación de Venezuela significa integrar a un país que, según el último anuario de la OPEP, dispone de las mayores reservas certificadas de petróleo del mundo, habiendo desplazado de ese sitial a quien lo ocupara por varias décadas: Arabia Saudita. Además, desde el punto de vista de la complementación económica de sus partes el Mercosur luce como un espacio económico mucho más armónico y equilibrado que la Unión Europea, cuya fragilidad energética constituye su insanable talón de Aquiles y una fuente permanente de dependencia externa.

Por la democracia y la integración regional

La Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios (APYME) y la Confederación Gremial Nacional Unida de la Mediana, Pequeña y Microindustria, Servicios y Artesanado de Chile (CONUPIA) expresan su solidaridad con el destituido presidente democrático de Paraguay, Fernando Lugo, y el pueblo de ese país, que en la última semana han sido víctimas de un golpe institucional.

Las entidades manifiestan su enérgico repudio al desconocimiento de la voluntad popular por parte de una Legislatura desprestigiada, que sirve al propósito de instaurar en la nación hermana un retroceso de las aspiraciones populares en beneficio de los poderes corporativos y los sectores políticos tradicionales.

La nación golpeada

¿Qué pasa en Paraguay? El pasado 22 de junio su presidente Fernando Lugo fue derrocado por el congreso. La matanza de campesinos a manos de las fuerzas de seguridad -matanza en la que se cruzan ineficacias, dramas estructurales y fogoneos de la oposición tanto liberal como colorada- abrió una crisis política que derivó en un juicio político express y sin precedentes, al tiempo que recaló en un mecanismo no tan novedoso para la cadena genética de la región: el golpe de estado parlamentario. Detrás de la ambigua potencia de ese calificativo, se esconden las capas con las que se forma la compleja estructura política del Paraguay: un férreo esqueleto formado por más de tres décadas de hegemonía del Partido Colorado sobre el que se intentó construir, en estos años de experiencia luguista, una alternativa distinta pero endeble. Entre la fragilidad, el fusilamiento parlamentario y la resistencia, caminamos Asunción para ver las marcas de una continuidad democrática que se quebró desde adentro.

Paraguay: ascenso, vía crucis y caída de Fernando Lugo

En 2008 un obispo de la combativa región de San Pedro -sede de importantes luchas campesinas- llegaba a la presidencia de Paraguay mediante la Alianza Patriótica para el Cambio. Aprovechando una fuerte división dentro del Partido Colorado -con 61 años ininterrumpidos en el poder, incluyendo los 35 de la dictadura de Alfredo Stroessner-, Fernando Lugo logró ganar las elecciones y abrir una nueva etapa.

Pero apenas decidió dar su salto a la política, alentado por los pedidos de ciudadanos y movimientos sociales, especialmente campesinos, el "obispo de los pobres" tuvo un dilema: presentarse con su pequeño partido Tekojojá (Igualdad) y perder, o tratar de ganar aliándose al Partido Liberal Radical Auténtico (plra), una fuerza política tradicional opositora a la dictadura stronista. El fantasma de lo ocurrido en México, donde López Obrador denunciaba haber sido víctima de fraude, parecía bastante familiar en Paraguay. Por eso Lugo optó por aliarse con los liberales -capaces de proveer votos y garantizar que sean contados- y aprovechar la oportunidad -quizás irrepetible- de un Partido Colorado profundamente dividido entre Blanca Ovelar -la candidata de Nicanor Duarte Frutos, que al final de su mandato hizo una conversión discursiva al "socialismo humanista"- y Luis Alberto Castiglione, considerado el candidato "de la embajada" (de Estados Unidos). El trípode stronista gobierno-fuerzas armadas-Partido Colorado ya se había ido desarmando con la caída del dictador.

Venezuela y Paraguay en diez claves

Venezuela será miembro pleno del Mercosur el 31 de julio y Paraguay quedó suspendido del bloque hasta las elecciones de abril próximo. Las dos noticias quedaron ligadas porque el Senado paraguayo era el responsable de poner bolilla negra a la incorporación de Venezuela, pero el protocolo entre el Mercosur y Caracas fue firmado en 2006. Incluso el presidente paraguayo no era el centroizquierdista Fernando Lugo sino Nicanor Duarte Frutos, un colorado del ala que no tiene vínculos con los herederos del régimen dictatorial que encabezó entre 1954 y 1989 Alfredo Stroessner.

Con Venezuela y Paraguay de eje, sobre todo desde el viernes 22 de junio en que Lugo fue destituido, quedan algunos apuntes sueltos que pueden hilvanarse como sigue:

Vargas, Arbenz y Perón

Tras haber gobernado durante 15 años seguidos, entre 1930 y 1945, Getulio Vargas fue reelecto para la presidencia de Brasil en 1951. Si algo no le faltaba era experiencia en la gestión y confianza en el pueblo; sin embargo, Vargas, el 24 de agosto de 1954, en su oficina, se pegó un tiro en el corazón. Los grupos golpistas habían empezado la campaña desestabilizadora unas semanas antes. El testamento del Padre de los Pobres no deja lugar a dudas. Empieza y termina de un modo que tiene vigencia en estas horas de América latina: “…No me acusan, me insultan; no me combaten, difaman de mí; y no me dan el derecho a defenderme. Necesitan apagar mi voz e impedir mi acción, para que no continúe defendiendo, como siempre defendí, al pueblo y principalmente a los humildes. Sigo lo que el destino me ha impuesto. Después de décadas de dominio y privación de los grupos económicos y financieros internacionales, me hicieron jefe de una revolución que gané. Comencé el trabajo de liberación e instauré el régimen de libertad social (…) Luché contra la privaciones en el Brasil. Luché con el pecho abierto. El odio, las infamias, la calumnia no abatirán mi ánimo. Les daré mi vida. Ahora les ofrezco mi muerte. Nada de temor. Serenamente doy el primer paso al camino de la eternidad y salir de la vida para entrar en la historia”.

"El populismo en américa latina está creando nuevas formas de legitimidad política": Ernesto Laclau

"No puedo menos que reírme cuando escucho hablar del peligro autoritario que los nuevos regímenes populistas representan para las sociedades latinoamericanas. Porque si hay un régimen político al cual es inherente el autoritarismo no son los regímenes populistas, sino el neoliberalismo", afirmó en Quito, el filósofo y científico social argentino Ernesto Laclau, durante su conferencia magistral en el Seminario Internacional Medios, poder y ciudadanía en Sudamérica, organizado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), sede Ecuador.

"Para mí, populismo no es un término peyorativo sino una forma de construcción de los político", aseguró Laclau, quien aprovechó su presencia en Quito para presentar su revista Debates y Combates.

Discurso de Evo Morales en la Asamblea de la OEA

Hermano Álvaro García Linera, Vicepresidente del Estado Plurinacional; hermano Miguel Insulza, Secretario General de la Organización de Estados Americanos; hermano Canciller de Bolivia, a todas y a todos cancilleres y representantes de los Estados de Abya Yala, ahora llamada América; a todo el equipo de trabajo del Secretario General de la OEA, a países observadores, a organismos internacionales; a todas las autoridades de la estructura del Estado Plurinacional, las embajadoras, embajadores, al Mando Militar, al Mando Policial; agregados militares, policiales; a los movimientos sociales del campo y de la ciudad, obreros, originarios, estudiantes (APLAUSOS), a todas las fuerzas sociales de Latinoamérica.

Bueno, primero, sorprendido por la gran visita de la comunidad internacional a esta 42 Asamblea Ordinaria de la Organización de Estados Americanos, bienvenidos a Tiquipaya, Cochabamba, Bolivia.

Quiero decirles brevemente que este evento es histórico e inédito, porque hace 33 años, 1979, en la primera Asamblea de la OEA en Bolivia, que por imposiciones externas y por obediencia interna le recibía y le despedía a la OEA con tanques, fusiles, mediante el golpe militar fascista que se produjo en aquellos tiempos. Ahora el pueblo boliviano, especialmente los movimientos sociales, les recibe con mucha alegría, fiesta y esperanza a este organismo internacional de América.