¿Cómo salir de laberintos?

Un laberinto, según la definición de la Real Academia Española, es un “lugar formado artificiosamente por calles y encrucijadas, para confundir a los que se adentran en él, de modo que no puedan acertar una salida”. En otras palabras, se trata de confundir para que nadie entre y, si entró, que no pueda salir.

El laberinto es una figura muy antigua, cuyos rastros se pierden en los principios mismos de la historia, allí donde los mitos y leyendas aún son inseparables del devenir de las primeras civilizaciones. Diferentes explicaciones fueron dadas sobre la naturaleza y el uso de los laberintos, entendidos como una construcción a veces en superficie, a veces subterránea –o ambas cosas. El laberinto se compone así de intrincados pasillos y habitaciones, nunca mejor descriptos que en “La casa de Asterión” en El Aleph de Borges: lo componen infinitas puertas sin cerradura, galerías, aljibes, azoteas, cisternas, sótanos, patios… Algo de eso muestran los grabados antiguos y los dibujos de Escher.