La lección de Montana

Hugo R. Fernández* - María del Carmen Pilán de Pellegrini**

El encabezado de la noticia en el diario dice "En Abril de 2003 la Agencia estadounidense de protección ambiental aprobó un plan de limpieza para los sedimentos contaminados en el embalse de Milltown en el noroeste de Estados Unidos". Puede parecer un comienzo exótico para nuestro comentario referido a un lugar tan lejano como Tonga o Umea, sin embargo hay una lección detrás de esta aparente buena noticia que nos puede servir. Sí, a nosotros, a los tucumanos del subtrópico, a los chubutenses del ventoso sur, en fin, a todas las provincias andinas tan atractivas para la minería actual.

Lo cierto es que Milltown es un pueblo del oeste de Montana. La historia, repetida por esos días en todos los medios, tiene los aditamentos de una historia redituable en Hollywood. Y hablando de la gran fábrica de cine, para hacer más familiar el entorno vamos a invocar aquí una película muy relacionada con este relato. Esa película, que dirigió respetuosamente Robert Redford en 1992 se llamó "A river runs throught it", sobre un libro de Norman Maclean. El río de la película es el Blackfoot en las montañas de Bitterroott y enmarcan el lugar de los hechos que voy a relatar. Imaginemos entonces esos magníficos bosques de coníferas, fantásticos ríos, rudos y magnificentes como son las Rocallosas del norte.

Se dice que la explotación forestal ha hecho mucho por la economía de Montana, junto con la minería. Y fue una pequeña mina de plata del sur de Montana la que cambió casi todo en esta región según veremos como se desarrollaron los hechos de esta historia.

Anaconda se transforma

Anaconda era el nombre de una modesta mina de plata, cerca de un pequeño pueblo conocido como Butte. Un día de 1867 descubrieron allí una enorme veta del más puro deposito de sulfuro de cobre existente hasta ese momento. Anaconda se convirtió en mina de cobre, la montaña de Butte en la más rica del planeta y Marcus Daily, su dueño se transformó en el barón del cobre. Las necesidades de cobre de la naciente tecnología de la época (teléfonos y luz eléctrica) empujaban los precios a las nubes.

Sin embargo otras nubes, las de las primeras fundiciones empezaron a marcar el presente de un futuro de progreso cuestionable. La minería y la fundición, precarias y brutales en esos tiempos cambiaron el paisaje. No fue muy difícil encontrar en el humo tóxico de arsénico la relación causa y efecto del cáncer de garganta que crecía. Entonces, como ahora, la amenaza de cierre de la empresa rindió sus beneficios, retrayendo a los ciudadanos que pretendieron regulaciones en la calidad del aire. Ni la corte suprema de justicia ayudó a los muchos granjeros que a kilómetros de la mina veían morir su ganado. Mucho menos conmovió a "La Compañia" la desaparición total de peces en el río Clark Fork, hacia 1891. Como alguien acertadamente dijo, lo que no va al aire tarde o temprano termina en el río. Algo terrible si pensamos en la capacidad de transporte de los ríos y la importancia que tenía este río en el área gracias a su excelente calidad de agua. El río Clark Fork se une al nombrado Blackfoot (el de Maclean-Redford) casi 200 Km después.

Hasta aquí, estas son algunas de las piezas del rompecabezas de un desastre ecológico que afectó a toda una cuenca.

Milltown o Riverside

Un día llegó a esta región del sur de Montana, Williams Clark, un político devenido a rico, buscando multiplicar sus inversiones. Se asentó entonces en un pequeño pueblo conocido como Milltown que había surgido como un campamento de hacheros noruegos y finlandeses. Este pueblo es una pieza fundamental en el relato porque esta en una de las orillas del río Blackfoot, justo en la confluencia del maltratado Clark Fork. Allí el ahora "empresario" Clark, construyó un enorme aserradero, una represa y una usina hidroeléctrica. Fue una de las más importantes en su momento. Se inició en 1905 para abastecer los aserraderos que se multiplican y las minas cada vez más importantes. Clark pretendió un nombre alternativo a esa ciudad que retaba en pretensiones a las vecinas y Riverside le pareció el más apropiado. El nombre y su anecdótica circunstancia quedarán en el olvido. Pero aguas abajo, a casi 20 Km está la ciudad más importante de esta zona, Missoula, que también pretendía beneficiarse del progreso aprovechando la energía hidroeléctrica generada.

El embalse de Milltown, terminado en 1908, comenzó a llenarse. Pero como presagio de un futuro indeseado, a cinco meses de concluida la represa una descomunal lluvia la hizo peligrar. Solo la dinamita impidió la perdida total de la inversión y tal vez un drama peor. Fue reconstruida inmediatamente, llenó su embalse y con el tiempo miles de toneladas de sedimento fueron a parar al fondo del mismo. Sedimentos que resumen años de cuencas maltratadas por la explotación y contaminadas por las fundiciones de la mina Anaconda. Un total de 1,9 millones de metros cúbicos de sedimentos para ser más exactos.

El embalse acusado

Hasta hoy el dique de Milltown fue siempre odiado y acusado por muchos, pero allí esta. Barrera infranqueable para mas de 10 especies de truchas que junto a otros peces tratan de migrar poco menos 200 Km aguas arriba para desovar y volver. No mas truchas en el inmortalizado río de Maclean, en un lugar incomparablemente único. Año tras año se acumulan desde entonces mas de 200.000 ejemplares tratando de pasar ese infame bloqueo.

Una situación más grave quedará develada, sin embargo, en 1981 cuando un ingeniero sanitario descubrió arsénico en el agua potable de Milltown. Arsénico, zinc y manganeso que, según los vecinos le "dan un particular gusto al agua". Nadie podía imaginar la fuente. Todo tipo de conjeturas se hicieron por meses. Hubo una cacería casi "hollywoodense" del arma humeante: la fuente de arsénico en el acuífero que alimenta a Milltown y alrededores. Hasta que alguien recordó un estudio realizado en los sedimentos del embalse que mostraron altos niveles de zinc y cobre. Pero nada se decía del arsénico, pues nadie lo buscaba en ese momento, pero dio una pista sobre dónde buscar. En el invierno de 1982, Johnnie Moore un joven geólogo (por entonces), decidió agujerear el hielo sobre el embalse acompañado por algunos estudiantes de la Universidad de Montana (de la cercana Missoula). Una pequeña draga les permitió tomar las muestras para huir rápidamente de la intemperie en el crudo invierno de Montana. Moore recuerda ante quién quiera escucharlo hoy sobre este heroico y hasta exótico grupo ¡que incluía un estudiante de la India!. El veredicto no tardó en acusar inequívocamente a esos depósitos como la fuente del arsénico. El sedimento depositado había filtrado y alcanzado el acuífero que proveía de agua a Milltown. El daño está hecho. En cuatro años se construyó un nuevo acueducto para Milltown. Los niveles de arsénico en muestras de espinaca y lechuga en la zona varíaban entre 1,41 y 2,66 partes por millón cuando el valor normal debería ser 0,001 ppm. La Agencia estadounidense de protección ambiental (mas conocida por sus siglas EPA) urgió una solución en ese momento. La gobernadora de Montana por ese entonces convino que era necesaria intervención del Estado. Es conocido el recelo de los habitantes de estos Estados, algo periféricos, a la presencia de agencias federales. Pero el nivel de arsénico en el río, debajo de la represa, es 40 veces mayor que el permitido por la EPA y esa realidad vence cualquier recelo.

Para poner todo esto en contexto debemos aclarar que tiempo antes, en 1980, el gobierno de Estados Unidos había decidido la limpieza de todas las zonas con depósitos de contaminantes peligrosos. En un principio se conminó a la empresa culpable a reparar el daño o a usar un fondo federal para estos fines, incluyendo la compensación por daños. Se inició entonces un relevamiento de dichas zonas por todo Estados Unidos. El embalse de Milltown esta entre los que encabezan el trágico listado. Las vecindades de Anaconda, como es de imaginar, no estaban muy lejos tampoco, en el peligroso "ranking".

Comenzó así un litigio alrededor de Milltown, la limpieza podía demandar entre 3 y 30 millones de dólares, según algunos. El remedio sería peor que la enfermedad sostiene la empresa, y en el mejor de los casos los trabajos concluirían en 2011. Las agencias de vida silvestre y organizaciones de pesca y protección ambiental proponen que es necesaria la remoción total del embalse dada la poca producción eléctrica, fuente de contaminación y barrera indeseada. Pero además, como si eso no fuera suficiente en 1996 una acumulación extraordinaria de hielo arrastrada por los ríos Clark Fork y Blackfoot hizo que los operadores de la presa bajaran el nivel de agua del embalse para evitar daños en la planta de energía. Esto amplificó el efecto devastador del hielo, dragando márgenes y lecho del embalse que liberó cobre de los depósitos, aumentando de esa manera su concentración 2.000 % en las aguas. Por esta causa las poblaciones de trucha aguas abajo fueron diezmadas, en algunos casos a menos de la mitad. Y si revisamos todos los desatinos, debemos incluir también la introducción ilegal, en 1998, de un pez depredador en el embalse que empeoró la tarea destructiva.

A modo de conclusión

Como en las películas del oeste esta historia pareciera tener villanos y héroes, en un lugar bello y aislado, con dos ríos, donde confluyen dos empresas para jaquear el futuro de miles.

Hoy se puede decir que la crisis esta en manos de los abogados. Existe la decisión política de revertir la tragedia. El embalse completo será removido. Muchos vieron en esto un precedente para aplicar el mismo remedio a otros embalses igualmente odiados en el Oeste. Otros sintieron que torcieron el brazo a la terrible política ambiental de la administración Bush. Los estudios continúan, la información generada ha enseñado del peor modo muchas cosas de la incomprendida dinámica de los hidroecosistemas. Las reuniones y consultas continúan, los debates no son pocos. ARCO (siglas de la empresa que compró la mina que a su vez fue adquirida por la británica BP) deberá afrontar el costo estimado ahora en 95 millones de dólares. La empresa lleva invertido millones de dólares para disminuir los efectos de las labores mineras, pero no es suficiente, los sedimentos mortales siguen acumulándose, capa sobre capa.

Digo que recordemos esto cuando nos hablen de riquezas esperando a ser explotadas sin mas ni más. Porque como sostiene el embajador y escritor Abel Posse (2003) ..."es imprescindible propiciar una reorientación de los criterios de producción y consumo, preservar nuestra relación con la naturaleza y las exigencias ecológicas y cesar los ritmos de desarrollo regional en relación con las culturas y necesidades auténticas".

Pensemos en lo que aquí relatamos porque son las mismas empresas que controladas en sus países buscan otras Anacondas, otros Bitterroott, otras Montanas. Y después exigirán que en nombre de la seguridad jurídica paguemos con nuestra carne, como prefiguró Shakespeare genialmente en su "Mercader de Venecia" (Fernández, 1998). Y así, sin que casi nos demos cuenta están desembarcando en recónditos lugares de Argentina. Cuando más lejanos mejor, como Esquel, como Tucumán, como.....

Hugo R. Fernández, Fac. de Ciencias Naturales, UNT.
María del Carmen Pilán de Pellegrini, Fac. de Filosofía y Letras, UNT.

Fuentes y literatura citada

Dickson T. 2003. Breakthrough at Milltown Dam. Montana Outdoors 34: 17-21.

Devlin S. 2002. History´s Troubles. Missoulian, Enero 27.

Fernández, H. R. 1998. El Mercader de Venecia y la seguridad jurídica. Miradas, 13: 12-13.

Harden B. 2003. Once Again, a River will Run through it. Washington Post, Abril 16.

Moore J. & S. Luoma. 1990. Proceedings of Clark Fork Symposium. V. J. Watson (ed.). Montana Academy of Science.

Posse, A., 2003. El eclipse argentino. De la enfermedad colectiva al renacimiento. Emecé editores, Buenos Aires.

http://ibscore.dbs.umt.edu/clarkfork/

*Fac. de Ciencias Naturales, UNT.
**Fac. de Filosofía y Letras, UNT

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