La City busca salir del oprobio

Le Monde
Lady Hogg no necesita darse ínfulas. Hija de ministro, esposa de diputado, es el prototipo del establishment inglés seguro de sí, “nacido para gobernar”. Fue periodista, asesora del primer ministro John Major, presidenta del grupo inversor 3i y administradora de la BBC. La baronesa, de 66 años, necesitará de todo su temple para lograr la más peligrosa de las misiones: encontrar quien administre y elabore la famosa Libor (London Interbank Offered Rate), la tasa de interés interbancario, eje del escándalo del siglo.

La City se deshace en elogios a la jefa del comité encargado de diseñar el futuro organismo regulador de una herramienta que sirve de referencia a 350.000 millones de dólares de productos financieros que se negocian cada día.

La misión de Lady Hogg sobrepasa las fronteras del Reino Unido.La manipulación de la Libor por los traders de una docena de grandes bancos es objeto de investigación en tres continentes. El modo en que Londres restructure la tasa será la guía para la reforma de índices similares que se determinan en Nueva York, Tokio, Singapur o Bruselas.

Para el gobierno británico, es urgente restablecer la reputación del sector bancario británico degradada por una catarata de escándalos. Barclays y el Royal Bank of Scotland –con un 80% nacionalizado tras su rescate en medio de la crisis financiera– están en la mira de la justicia por la manipulación de la Libor. HSBC estuvo involucrado en una historia oscura de lavado de dinero del narcotráfico. Lloyds fue acusado de haber vendido productos financieros tóxicos a pequeños ahorristas. Y como broche de oro, Standard Chartered debió pagar una enorme multa a EE.UU. por haber violado las sanciones internacionales que pesan sobre Irán.

Por otra parte, esta restructuración a fondo del índice de referencia –indicador de la tasa a la cual los bancos se prestan entre sí– debe marcar un cambio de “cultura” bancaria. Los errores y abusos de los señores del dinero desataron los comienzos de la crisis financiera que estalló hace cinco años con la quiebra del banco hipotecario británico Northern Rock. “Modificar el modo de pensar de nuestra profesión puede llevar al menos diez años”, afirma Stephen Hester, director general del Royal Bank of Scotland, en una entrevista a la revista del banco nacionalizado.

Según la última encuesta de Global Financial Centres Index realizada por la consultora Zen/Yen, Londres sigue siendo la primera plaza financiera del mundo , por encima de Nueva York y Hong Kong. Pero este predominio es cada vez más débil. Porque debajo de la oda al éxito que tributan los rascacielos que siguen brotando de la tierra tanto en la City como en el distrito gemelo de Canary Wharf, los lagartos corren.

Así, en el ejercicio 2011-2012, las bonificaciones bajaron 9% por una combinación de presión de los accionistas, recesión y crisis de la eurozona. Las comisiones por fusiones y adquisiciones obtenidas por las entidades londinenses son las más bajas desde 2004. Es un momento de achicamiento de planteles. Frente a la mala fama de la actividad, los mejores elementos optan por la función pública o las firmas de alta tecnología, la ingeniería o las ONG, dicen los cazadores de talentos.

El severo informe Wheatley, que acaba de producir la autoridad financiera británica, quita la determinación de la tasa Libor a la asociación británica de banqueros. Pese a la resistencia del lobby financiero respaldado por los viejos políticos reconvertidos en inversores, ahora parece haber una fuerte voluntad política de reforma.

La hostilidad de los súbditos británicos hacia el mundo financiero trae a la memoria la atmósfera imperante en Estados Unidos a mediados del 2009. En aquel momento, el presidente Obama había advertido a los banqueros que afuera la gente los esperaba con horcas, y que a él le gustaría ver rodar cabezas. “En casi cincuenta años en la City, nunca vi semejante odio en la gente. Es asombroso, aun cuando algunas críticas sean merecidas”, afirma David Bulk, veterano de la firma de corredores BGC Partners.

Mantener la competitividad internacional de la City aunque poniendo un límite a los excesos es un desafío que recuerda la vieja cuestión de la cuadratura del círculo. Y a ese desafío va a tener que consagrar Lady Hogg todos los recursos de su diplomacia.

iEco - 7 de octubre de 2012

Noticias relacionadas

El acuerdo al que llegó el Ministerio de Economía con los principales tenedores de títulos de más...
Antonio M. Vélez. Mientras la decisión de Londres será gradual, expertos creen que Biden renuncia a importar energía...

Compartir en