Nacional y popular

Del gobierno de los Kirchner se podrá decir muchas cosas, pero lo que es innegable es que fue un gobierno nacional y popular en el más amplio sentido de esa conjunción de palabras, y esto es así porque defendió el trabajo y la producción argentinos, armó una alianza de hecho entre los trabajadores y el capital dispuesto a invertir en el país donde ambos crecían y ambos se retroalimentaban, se propuso la creación de nuevos empleos, apuntaló las economías regionales y el federalismo, impulsó la obra pública en infraestructura, nacionalizó YPF, incentivó la ciencia nacional como lo demuestra la repatriación de investigadores y las inversiones en los distintos estamentos públicos (Conicet; INTI; INTA;Invap; energía nuclear, etc., etc.) y hasta puso en órbita un satélite de comunicaciones geoestacionario operado por la empresa propiedad del Estado argentino Arsat-1 que fue construido por la empresa argentina Invap.

Logros y deudas del kirchnerismo

El escritor norteamericano Mark Twain señaló alguna vez que “existen tres tipos de mentiras: las mentiras, las malditas mentiras, y las estadísticas”. En gran medida, éstas corresponden a una ciencia que, como afirma un viejo dicho, “alientan a que la gente lleve bombas al avión, porque las estadísticas demuestran que es casi nula la posibilidad de que dos personas lleven bombas”.

El dilema de la restricción externa

Los problemas en el sector externo han condicionado el desarrollo de la economía argentina desde el comienzo del modelo de sustitución de importaciones. Si bien en la última dictadura militar y la década del ’90 el endeudamiento externo permitió postergar el estrangulamiento en el balance de pagos, la amortización de la deuda, los intereses pagados y la fuga de divisas terminaron agravando el problema.

El bocado o el freno

Partamos que de por sí es un asunto complejo determinar un tipo de bocado o freno, y más colocárselo al caballo. Las más de las veces se le pone un bocado a un potro sin saber si es el adecuado, si está en el tiempo apropiado, sin examinar previamente la boca del animal, su dentadura, sin pasarlo por un proceso prebocado, sin tener el conocimiento pleno para distinguir un freno severo de uno más acorde y menos agresivo, desconociendo, además, que el freno está en el cerebro del noble animal, ya que su cerebro controla sus piernas, por lo que es con su cerebro con el que se debe trabajar. Jalar las riendas debe ser usado como una señal para detenerse pero no debe ser el mecanismo para parar.

La política en el centro

En un comienzo de año agitado, tanto en lo económico como en lo político, muchos son los interrogantes y desafíos que se le presentan a la Argentina en el escenario nacional, regional e internacional. Juan Carlos Junio, profesor de Historia, diputado nacional del Partido Solidario por la Ciudad de Buenos Aires y director del Centro Cultural de la Cooperación, reflexiona sobre las conquistas, los conflictos y las perspectivas del país, en una extensa entrevista que mantuvo con Acción.

Economía, sentido común y disputa cultural

Un fantasma recorre la Argentina, el fantasma de la repetición. Su potencia no sólo se sustenta en la continuidad de las estructuras económicas en las que se sostiene el poder de los grupos concentrados sino, también y con sintomática intensidad, en la sutil y brutal estrategia discursiva y mediática que le ha permitido fundar, desde los años de la dictadura genocida, el núcleo último del sentido común. La derecha siempre ha sabido de la importancia del relato y de la construcción de subjetividad. Su poder se sostiene, más que en la dureza de la dominación económica, en la hegemonía cultural que nunca ha perdido, más allá de los enormes esfuerzos hechos desde 2003 para disputársela en nombre de las mayorías populares. Ese es el núcleo del conflicto. Ahí radica la debilidad del Gobierno.

Las paritarias y el modelo de acumulación

El proyecto económico del kirchnerismo no está sobreexpandido por los aumento salariales y el gasto público, sino que enfrenta la restricción de la falta de inversión y la fuga de capitales, generados por quienes tienen ganancias excesivas y manejan los precios.

El kirchnerismo asumió el gobierno tras la crisis del plan de convertibilidad y de valorización financiera del capital, para impulsar un modelo de defensa del mercado interno, del salario, y del empleo, que Néstor Kirchner denominó “un capitalismo en serio”, esto es, en su interpretación, condicionar la tasa de ganancia a la producción y a la generación de puestos de trabajo.

Curva cerrada

Ni los logros de la década ni las tribulaciones de hoy dan cuenta de la situación y sus perspectivas. Es tan vano negar el ajuste como desconocer su carácter heterodoxo, con toda clase de defensas para los más débiles. El núcleo duro que pese al malhumor social mantiene su pacto de lealtad con CFK será la base de una identidad kirchnerista que dispute el futuro, o se reabsorberá en el justicialismo sin pena ni gloria. Las limitaciones estructurales que no pueden superarse en el corto plazo.

La estrechez de las opciones económicas del gobierno nacional y la avidez de las oposiciones económica, política y mediática por sacar ventaja del momento más difícil del kirchnerismo sirven paradójicamente para medir la solidez de la construcción social realizada desde 2003.