El debate de la inflación

El debate sobre la inflación entre los principales economistas continúa. ¿La cada vez más alta tasa de inflación de las materias primas se mantendrá por algún tiempo o es 'transitoria' y pronto disminuirá? ¿Es necesario que los bancos centrales actúen con rapidez y firmeza para 'ajustar' la política monetaria (es decir, reducir la inyección de crédito en los bancos mediante la compra de bonos públicos (QE) y comenzar a subir bruscamente las tasas de interés política? ¿O ese endurecimiento es una exageración y provocará una depresión?

La crisis latente del mercado de deuda

La semana pasada, el banco central de Ghana anunció la mayor subida de tipos de interés de su historia en un intento de frenar la inflación desenfrenada que amenaza con crear una crisis de deuda en una de las economías más grandes de África occidental. El Banco de Ghana elevó su principal tasa de crédito en 250 puntos básicos, hasta el 17 %, porque la inflación de los bienes de consumo alcanzó el 15,7 % interanual en febrero, la más alta desde 2016.

La guerra contra la inflación

La inflación anual de precios al consumidor (IPC) ahora se ubica en 7.9% en los EEUU, 5.9% en la Eurozona; 6,2% en el Reino Unido e incluso Japón, una economía que durante mucho tiempo en deflación, ahora tiene una tasa de inflación del 1%. En las llamadas economías emergentes, la inflación es aún peor: India 6,1%; Rusia 9,2%; Brasil 10,5%; Argentina 52%; Turquía 54%.

¿Cómo salir de la inercia inflacionaria?

El país tiene una enorme deuda en moneda extranjera y sufre elevadas tasas de inflación. Sin embargo, contra lo que muchos imaginan, Argentina no rompe los modelos académicos de la teoría económica. Nuestra peculiaridad reside en la intensidad de los componentes que explican la inflación –inercia de la inflación pasada; excesos de demanda; aumento de costos– que entran en una dinámica compleja y difícil de controlar cuando superan ciertos umbrales.

Hacia un consenso productivo exportador con inclusión social

La célebre expresión nietzscheana “no hay hechos, hay interpretaciones” se vuelve especialmente consistente en las semanas poselectorales. En las democracias occidentales, las elecciones funcionan como el gran ordenador de la política. Luego, los medios de comunicación funcionan como escenario de la lucha por la interpretación de los resultados. Sin embargo, las elecciones también incluyen, inevitablemente, hechos: sus resultados se expresan en números. Y los números de las generales de noviembre no catalizaron la debacle insinuada por el ensayo general de septiembre, situación que dejó a no pocos actores que esperaban “el inicio de la transición” pedaleando en el aire.