Francia, la revolución pendiente

Que Francia haya sido siempre el indiscutible motor hacia todo tipo de cambios progresistas en Europa es un hecho que ningún historiador, ni siquiera los más reaccionarios, se atreven poner en duda. Lo que ahora está ocurriendo en nuestro vecino país galo es algo que su insidioso presidente, Manuel Macron, ha puesto en marcha intentando frenar el rumbo de la historia. La clase obrera francesa, con un admirable historial revolucionario a sus espaldas, nunca se someterá a las vergonzosas condiciones laborales a que quieren condenarla. 

Macron juega con fuego frente a la ultraderecha y persiste en sus políticas neoliberales

Convencido de la desaparición del “frente republicano”, convierte la campaña entre ambas vueltas en un referéndum sobre su proyecto, alimentando la idea de que el programa neofascista de Le Pen es una alternativa. Para muchos votantes, la candidata ultraderechista de RN se perfila como una especie de baluarte social frente a las políticas de su rival de La República en Marcha.

Los «chalecos amarillos»: un objeto social no identificado

Los «chalecos amarillos» sorprendieron a la derecha y a la izquierda y representan un fuerte cuestionamiento a las elites y al carácter casi monárquico de la toma de decisiones por el poder político francés. Además, pusieron en cuestión la premisa de que el éxito es solo posible en las ciudades y mediante la tecnología y de que el resto no existe. Los «gilets jaunes» surgieron desde ese fondo que los medios y la tecnocultura liberal tornaron invisible o vagamente lejano y exótico y llegaron al centro de la prosperidad y la abundancia parisina.

Francia: la clase obrera entra en acción

Mientras las tensiones sociales amenazan con bloquear el país y el gobierno sigue negándose al diálogo y la negociación, su propuesta de legislación laboral se revela cada vez más como lo que es: una metedura de pata terrible, uno más de un periodo presidencial perdido, y tal vez el más grave. El gobierno nos quiere hacer creer que paga el precio por ser reformador, y que tiene que luchar solo contra el conservadurismo. La verdad es muy diferente: en este tema, como en otros antes, quienes ostentan el poder multiplican sus improvisaciones, mentiras y chapuzas.

El fin del Estado de Bienestar

En el último cuarto de siglo, cuando el festivo 1º de mayo queda lo suficientemente alejado y enfriado, activistas, académicos y periodistas coinciden en un diagnóstico de retrocesos y en un pronóstico de malas perspectivas para los trabajadores del mundo cada vez más internacionalmente desunidos. En especial, en aquellos países del hemisferio norte cuya legislación laboral socialdemócrata o socialista había hecho de la dignidad del trabajador el fundamento de legitimidad de los regímenes y los gobiernos.

El eje París-Moscú

En Francia, el gobernante Partido Socialista ha propuesto a la Asamblea Nacional las leyes más neoliberales desde la Revolución Francesa: un nuevo código del trabajo, que dejará atrás para siempre los principios del Estado de Bienestar, si es votado y reglamentado.