El PSOE y Podemos ya gestionan un pacto

El socialismo español y Podemos empezaron ayer las gestiones para desmantelar la estructura de poder territorial del Partido Popular (PP) después de las reñidísimas elecciones municipales y regionales celebradas el domingo. "Tenemos la intención de trabajar en la conformación de gobiernos progresistas allí donde se pueda", dijo Pedro Sánchez, secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), después de hablar por teléfono con Pablo Iglesias, líder de Podemos. La relación entre ellos nunca ha sido plácida. Sánchez calificó alguna vez de "extremista" y "mentiroso" a Iglesias, para quien los socialistas integran "la casta" a la que su movimiento se propone erradicar de la política española.

La cercanía del poder los obliga a dialogar. Quedaron en reunirse la semana próxima para abrir la negociación de los múltiples pactos que podrían permitirles repartirse una porción significativa de la estructura institucional del país.

Un primer foco de atención está puesto en la alcaldía de Madrid, el bastión simbólico del PP. El domingo dio la sorpresa Manuela Carmena, la candidata que compitió con el apoyo de Podemos y otras fuerzas de izquierda: salió segunda con apenas un concejal menos que la conservadora Esperanza Aguirre.

Carmena necesita de los votos del PSOE para asegurarse el ayuntamiento. Ayer, Aguirre lanzó un intento desesperado por impedírselo.

Llamó al candidato socialista, Antonio Carmona, y a la de los liberales emergentes de Ciudadanos, Begoña Villacís, y les ofreció que uno de ellos fuera el alcalde. "Tenemos que cerrarle el paso a una fuerza que quiere terminar con la democracia", dijo. Los socialistas le respondieron que no entrarían en ese juego.

A cambio del apoyo en la capital, el PSOE tiene mucho para pedirle a Podemos. El apoyo de Iglesias les permitiría a los socialistas gobernar en Extremadura -donde fue primera fuerza- y en Castilla-La Mancha, Aragón, Valencia, Baleares y Asturias, donde quedó detrás del PP.

En algunos casos, también necesitará la venia de un tercer partido. Por eso, Sánchez quedó en reunirse con Albert Rivera, el líder de Ciudadanos, que prepara un manifiesto con sus condiciones para pactar.

A los socialistas les urge, además, definir la situación en Andalucía, la región más poblada del país. Allí ganó con cierta holgura en marzo, pero sin mayoría propia. Hasta hoy no consiguió los votos para la asunción de la presidenta Susana Díaz.

Ni Podemos ni Ciudadanos le harán la vida fácil al PSOE. Los partidos emergentes analizan el costo de acordar con la "vieja política" cuando faltan seis meses para las elecciones presidenciales.

Iglesias sobre todo ve a Sánchez como un rival a vencer. La paradoja es que, si lo apoya, el líder socialista puede sacar un provecho gigante de unas elecciones en las que su partido obtuvo la peor cosecha de votos de su historia.

Por eso, Podemos pedirá algo más que Madrid y un puñado de buenas intenciones. Le interesa quedarse con el gobierno autonómico de Aragón, donde salió tercero, pero a apenas 6000 votos de distancia del PSOE. "No me resigno a que deban gobernar ellos. Será una conversación de tú a tú", advirtió ayer el argentino-español Pablo Echenique, candidato de Podemos en la región.

La Nación - 27 de mayo de 2015

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