El contrapeso de Shanghai va a más

Rafael Poch

La Organización de Cooperación de Shangai aparece como una de las señales más fuertes para EEUU de que su hegemonía mundial está resquebrajada. Elemento central de esta asociación es su peso en el balance energético mundial: incluye a China -2º.consumidor mundial- y a Rusia, y varias repúblicas del Caspio, grandes productoras de hidrocarburos. Irán, Pakistán e India, por ahora, son sólo observadores.

En un momento en que Irak actúa sobre la potencia americana como un agujero negro que absorbe toda su atención, China y Rusia han tejido un contrapeso eficaz a la ambición americana por amarrar, aun más, el control de las dos grandes zonas energéticas del mundo.

La Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) comienza a ser algo serio. Implicando a seis países miembros, cuatro ex soviéticos de Asia Central, más China y Rusia, es una de las mayores organizaciones regionales del mundo. Cuando la OCS, entonces el "quinteto de Shanghai", se fundó, en 1996, Shanghai era una ciudad en obras que construía sus autopistas elevadas. Los grandes edificios de Pudong, que hoy representan el orgullo de la modernización china, aun estaban por hacer. Quienes asistimos a la fundación nos preguntábamos entonces por el futuro y sentido de aquel recién nacido. Hoy podemos constatar que esta gran organización está afirmando un enorme espacio de autonomía y contrapeso en el mundo.

La OCS representa a una cuarta parte de la población mundial, y va a más. Si se incluye en la cuenta a India, Pakistán, Mongolia e Irán, los países que han acudido como "observadores" a la cumbre anual de esta semana, esta organización euroasiática de matriz chino-rusa, reúne al 44% de la población mundial. El Presidente de Afganistán, aquél hombre de la CIA, también ha asistido como invitado, y en el otro extremo continental, el caudillo bielorruso Aleksander Lukashenko está llamando a la puerta para ser admitido.

La OCS no hace más que desmentir que no es una "OTAN de oriente", y que sus relaciones militares, "no apuntan contra ningún país". El problema es que su mera existencia ya significa que al poder global de Estados Unidos le están saliendo enormes agujeros. Junto con la otra gran realidad asiática, la ASEAN, la OCS recuerda, " urbi et orbe ", que el mundo se organiza al margen de Washington.

El eje de este fenómeno es China, la creciente necesidad de energía de los dos grandes "en desarrollo" (China e India), así como la bonanza de los altos precios del crudo que permiten a Rusia elevar la voz y el listón de sus ambiciones internacionales, para poner coto al entrismo de Estados Unidos y la OTAN en sus patios traseros de Afganistán y el Caspio. Todo eso topa con el expansionismo militar de Estados Unidos.

En un momento en que, en palabras del analista Michael Klare, Irak actúa sobre la potencia americana como, "un agujero negro que absorbe toda su atención", China y Rusia han tejido un contrapeso eficaz a la ambición americana por amarrar aun más el control de las dos grandes zonas energéticas del mundo, el Golfo Pérsico y la cuenca del Caspio, en medio de los cuales se encuentra Irán, cuarto productor mundial de petróleo. La OCS, a la que pertenecen también Kazajstán, Kirguizstán. Tadjikistán y Uzbequistán, es pieza esencial de ese contrapeso. La ausencia de empresas americanas en Irán, supone enormes oportunidades para chinos e indios, que mantienen un consenso energético considerable.

Washington y la seguidista Europa están empeñados en la estéril presión contra Irán, por perseguir, ese país, lo que en Israel no es delito: tener armas nucleares en Oriente Medio. Se intenta marginalizar a Irán, convertirlo en un paria patrocinador de terroristas, pero, eh aquí al Presidente Mahmoud Ahmadinejad, arropado por varios grandes en Shanghai, entrevistándose con Putin y Hu Jintao, y pidiendo, en un discurso retransmitido en directo por la televisión china, que la OCS sea, "una organización poderosa que sirva para bloquear las amenazas e injerencias, ilegales y brutales, de diferentes países".

La presencia del Presidente iraní en la cumbre, y su solicitud de ingreso en la organización, cuya siguiente cumbre quiere que se celebre en Teherán, ha escocido en Washington. La secretaria de Estado, Condoleezza Rice, que en Asia suele llegar tarde a casi todo desde hace varios años, telefoneó al ministro de exteriores chino, Li Zhaoxing, para expresarle su disgusto. El 3 de junio, desde Singapur, Donald Rumsfeld ya había dicho que le chocaba, " que se invite a Irán, una de las principales naciones terroristas del mundo, a formar parte de una organización que dice estar contra el terrorismo".

" Si consideráramos que es un patrocinador de terroristas, no le habríamos invitado ", respondió el jefe de China y Rusia, que invalidan por completo el escenario euro-americano de las sanciones contra Teherán en el Consejo de Seguridad de la ONU. En todo el mundo se constata "el factor norcoreano"; que el que tiene la bomba nuclear no es invadido como lo han sido Yugoslavia, Irak o Afganistán, así que la lógica es aplastante.

Si Occidente quiere algún día hablar en serio de la no proliferación nuclear, lo que implica predicar con el ejemplo, tanto en Oriente Medio como globalmente, ya se verá. Mientras tanto, Irán proporciona el 13% de la importación de crudo a China, y está negociando un millonario contrato con Pekín para desarrollar el yacimiento de gas de Yadavarán.

En julio, la OCS se dirigió directamente a Estados Unidos para que pusiera fecha a la retirada militar de las tropas que desplegó en Asia Central en 2001, con la excusa de la "guerra contra el terrorismo". De Uzbequistán ya los han echado. El Presidente Islam Karimov, ha respondido a las críticas de Washington por la represión que ejerce contra su oposición islamista, rescindiendo el contrato para mantener la base militar americana de Janabad en su territorio.

"Vemos un continuado esfuerzo para sembrar discordia entre los países de la región y empujarlos hacia diferentes formaciones geopolíticas, con el propósito de utilizar la situación para sus intereses estratégicos" , ha dicho Karimov en Shanghai. Ahora queda Kirguizstán.

La presencia de India como observadora también es muy irritante para Washington, cuyo plan era convertirla en ariete contra China en Asia. Pero las relaciones entre Delhi y Pekín mejoran. Tras el arreglo de la disputa fronteriza con Rusia, China está avanzando mucho en ese mismo capítulo con India.

" No consideramos a China una amenaza, ni ellos a nosotros ", dice el ministro de defensa indio Pranab Mujerjee. Y Pakistán, descontento con el trato de favor nuclear que Washington ha concedido a India, recibe motivos adicionales para acercarse a la Organización de Shanghai: también ha pedido ser miembro pleno de ella y se muestra favorable a llevar el gas iraní a China por un oleoducto a través de su territorio.

En la OCS son pocas las naciones "democráticas", ninguno de sus miembros lo es y solo dos de los observadores merecen tal etiqueta. También es cierto que la desconfianza entre sus miembros, empezando por China y Rusia, por no hablar de los "observadores adversarios", India y Pakistán, es enorme. Sin mutua confianza y cierta democracia, es muy difícil forjar una integración estrecha. Al mismo tiempo, los intereses comunes contra el intento americano de continuar en Irán la caótica y agresiva escalada por controlar recursos energéticos globales, tanto en el Golfo Pérsico como en la cuenca del Caspio, son considerables. Y la falta de democracia interna, en China y Rusia, no impide que su discurso internacional sea mucho más democrático e integrador que el del hegemonismo.

El comunicado conjunto aprobado por la cumbre de Shanghai habla de configurar la OCS como, "un buen ejemplo de diálogo entre civilizaciones". Se propone, "un modelo no confrontacional de relaciones internacionales, desmarcado de la mentalidad de guerra fría", decidido a apoyar la multipolaridad y el papel central de la ONU como, "organización internacional más representativa" y salvaguarda del "orden en la ley internacional". De paso, se dice que el próximo Secretario general de la ONU, "debería ser un asiático".

En un mensaje claramente dirigido a las repúblicas situadas entre China y Rusia, se dice que los estados miembros de este club , " no integrarán ninguna alianza u organización internacional que perjudique la soberanía y la integridad territorial de otros miembros ". No es una OTAN de oriente, desde luego, pero es un espacio autónomo en clara expansión, que irrita sobremanera en Washington.

La Organización de Cooperación de Shanghai, ilustra lo que el sociólogo Immanuel Wallerstein describe como pesadilla del Departamento de Estado norteamericano, "la preocupación porque su voz ya no es escuchada en el mundo con el respeto y el miedo de antes". Esa es la razón por la que, pese a la presencia de casi 900 periodistas estos días en Shanghai, los grandes medios de comunicación global, americana y europea, apenas han dedicado atención a ese importante evento.

Fuente: Info Moreno. Boletín Nº 157 Buenos Aires, 21 de junio de 2006

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