El árbol y el bosque

Alejandro Rofman *
La reciente visita de Alexis Tzipras, de la izquierda griega, permitió comparar el origen de la debacle argentina en 2001 y en su país hace cuatro años. Pero, especialmente, las diferentes respuestas y sus resultados. Alexis Tzipras es el líder político de Syriza, la agrupación de la izquierda democrática que en Grecia –y por extensión en Europa– ha llevado adelante una pertinaz lucha para que los representantes del capital financiero internacional dejen de lado sus exigencias de ajuste despiadado al desenvolvimiento de la sociedad griega frente a la incapacidad de ese país en hacer frente a compromisos de la deuda pública.

En su reciente visita a Buenos Aires, las diversas presentaciones que efectuó frente a auditorios sindicales, políticos y culturales permitieron trazar un paralelo entre la situación griega actual y la argentina del 2001-2002 y los años del kirchnerismo.

La pregunta central que debemos contestar es la siguiente: ¿qué hay de similar entre las crisis agudas en ambos países, la nuestra en el inicio de este siglo y la de ellos casi diez años después? ¿Y qué hay de diferente entre las políticas adoptadas en uno y otro caso, en Grecia por el establish ment político interno y el financiero externo y aquí por la política económica del gobierno democrático luego del 2003?

En la respuesta a la primera pregunta hay semejanzas notorias. Un nivel de endeudamiento en torno del 150 por ciento del PBI, lo que obligó a tomar medidas extremas para intentar hacer frente a los acreedores, a partir de las recomendaciones de los sectores financieros internacionales: más ajuste, déficit cero, reducción del gasto público, blindaje. El resultado final: imposibilidad de pagar la deuda y derrumbe inevitable.

Las fórmulas aplicadas antes de la convocatoria de acreedores fueron inútiles para evitar dicho derrumbe en el caso argentino. En Grecia se persistió en la receta del ajuste interminable con final incierto, pero previsible: en algún momento habrá que reestructurar la deuda.

Las diferencias están dadas precisamente por las medidas que se aplicaron ahora en Grecia, de altísimo costo social, frente al modelo de crecimiento con inclusión en Argentina. En este segundo caso, otra diferencia aflora: la posibilidad de que nuestro peso se pudiese devaluar frente a la rigidez extrema del euro, que no se puede tocar.

Dicho ajuste con despidos, baja del 50 por ciento del salario real, disminución de las jubilaciones, se aplica hoy en Grecia para intentar cobrar los créditos concedidos al gobierno griego que, sin control de ninguna especie, fueron otorgados graciosamente por la banca instalada en los países del norte de Europa, muy especialmente por la alemana. Esta “ayuda”, como se la denomina, expresada en nuevos préstamos para amortizar los anteriores bajo condiciones leoninas, no se ha extendido para favorecer al pueblo griego sino en forma exclusiva para saldar amortizaciones e intereses de la deuda estatal, o sea para beneficiar a la banca acreedora. Al no poder devaluar –Grecia carece de moneda propia–, se pretende reducir los costos internos aplastando el salario real. La resistencia del pueblo griego encabezada por el movimiento social y político Syriza, que lidera el economista y diputado Alexis Tzipras, fue claramente expuesta en Buenos Aires por éste y otros dirigentes. En síntesis, lo que expresaron es que de lo que se trata hoy en Europa y en todo Occidente es de que está teniendo lugar un enfrentamiento entre el capital financiero y especulativo, por un lado, y a los que trabajan en el mundo, por otro.

Para explicar más en profundidad el carácter de la crisis en el continente europeo, Tzipras recordó que la presencia del euro impide discutir la competitividad de los países a través del tipo de cambio, que es fijo e igual para todos. Entonces Alemania gana competitividad congelando los salarios de sus trabajadores. La situación social entonces no sólo es peligrosa en el Sur sino también en las naciones supuestamente prósperas, como Alemania. Ello supone un futuro muy incierto porque esta estrategia de ganar competitividad deprimiendo los salarios (como si fuera una devaluación, decimos nosotros) crea efectos negativos al interior de tales países más ricos, que son los capaces de crecer. Hoy Alemania también está a punto de entrar en recesión.

En esta guerra, entonces, sólo salen gananciosos los bancos y los especuladores financieros, en tanto todas las políticas se orquestan para favorecerlos.

¿Cuál va a ser el futuro de Grecia, en este contexto de ajuste interminable y despiadado? Pese a que Grecia sólo representa el 2,5 por ciento del PBI de la Eurozona, una eventual quiebra de la economía griega puede afectar a los bancos alemanes, que están fuertemente endeudados con dicho país. Si Grecia no les paga a los bancos, se puede producir un efecto dominó sobre el resto de Europa. Y eso atemoriza a los dueños del capital financiero.

Para evitar que en las elecciones de mediados de año la derecha perdiera el poder, se planteó una feroz campaña de terror mediático con la excusa de que si Grecia caía en manos de la izquierda se iba a producir una debacle en Europa y Grecia iba a tener que abandonar el euro.

La cuestión del futuro de la economía griega (para este año se estima que su PBI caiga más de 4 por ciento) no puede resolverse en forma aislada. Syriza propone que se convoque a una conferencia de toda Europa con dos objetivos: la reducción de la deuda con mayor plazo para pagarla y poner en marcha una estrategia de desa-rrollo que se base en el crecimiento económico y no en el ajuste. O sea, comentario mío, la solución argentina.

Estas mismas ideas las ratificó en declaraciones posteriores. En una de ellas, Tzipras confirmó que tiene mucho que aprender de América latina y que “Argentina es el ejemplo de un país que le dijo no al sistema financiero”, y agregó: “El ejemplo molesta a los circuitos financieros. Los medios de comunicación cambian los hechos”. Y relató que su visita al país salió en noticieros griegos mostrando una reunión suya con un dirigente argentino... “Y en pantalla partida mostraron ejemplos del corralito argentino y la gente golpeando las persianas de los bancos”. Claro, dijo Tzipras, no dieron las fechas de las protestas de los argentinos, como si ello ocurriese hoy. Y concluyó “El mensaje fue claro: sigan el camino que les propone la izquierda griega y llegarán a la bancarrota como en la Argentina”.

En esa entrevista, Tzipras resaltó: “La negociación que llevó a cabo el Estado argentino después de la crisis es un ejemplo para estudiar y examinar. En los próximos años seguramente será un tema en las facultades de ciencias económicas”. “Pero yo veo otros puntos más allá de la reestructuración de la deuda. El desarrollo económico argentino posterior a la crisis aguantó aunque el país quedó fuera de los mercados de préstamo. Aguantó porque contó con una base productiva amplia y exportadora. Soportó porque desde un principio pudo revitalizar la economía interna y cubrir las necesidades del pueblo.”

Nuestros comentarios de todo lo expresado son coherentes con el pensamiento de Tzipras. Sus sólidos argumentos permiten entender lo que pasa y pasó en la Argentina a partir de 2003 y que un sector importante de la izquierda y centroizquierda se resiste a aceptar. Tiene que venir alguien valioso desde afuera del país para reconocer la envergadura de lo hecho en nuestro país. Estos compañeros internos siguen poniendo a cada rato un árbol adelante y con ello no pueden ver el bosque. Nada de lo que ellos critican (con lo que en algunos casos coincidimos) tiene la envergadura ni el impacto sobre el tejido social y productivo que lo que supuso reestructurar la deuda y sacarse la vigilancia de los organismos internacionales, lo que permitió desplegar una política económica de crecimiento y redistribución del ingreso imposible de sostener si hubiésemos estado atados a la deuda impagable como una espada de Damocles permanente. O sea, al revés de lo que ahora se hace en Europa, donde la socialdemocracia apoya totalmente las recomendaciones de los personeros del capital financiero.

¿Sabrán algún día ver por encima del árbol (el Indec, los ferrocarriles, etc.) y advertir cómo el bosque ha cambiado estructuralmente por haber llevado adelante otra política que la que ellos apoyaron desde 1983 hasta 2001? ¿Podrán los socialdemócratas nativos comprender el proceso histórico argentino que, como dijo Tzipras, va a ser estudiado como ejemplo en todas las facultades de ciencias económicas del mundo? Dejo al lector la respuesta, que a esta altura parece negativa (porque parecen encaminados a ser furgón de cola de los partidarios del ajuste), pero que debería ser de aceptación global del proyecto vigente (con todo lo que está pendiente, que no es poco, y por lo que vale la pena seguir luchando y avanzando). La socialdemocracia europea traicionó a los trabajadores y a los pueblos de sus países y permitió que se achicara el gasto público y se destruyese el Estado de Bienestar que beneficiaba a los sectores populares. ¿Será éste un mal contagioso? ¿O en nuestro escenario interno tendrán la suficiente lucidez para rectificar el rumbo seguido por sus émulos internacionales?

Realmente somos poco optimistas dado el tozudo empecinamiento de quienes dicen postular una visión transformadora de la sociedad argentina y se niegan a aceptar los significativos cambios que han tenido lugar en este último decenio y son totalmente incapaces de reconocer lo que economistas heterodoxos y políticos progresistas observan acertadamente desde afuera

* Economista

Suplemento Cash - Página/12 - 27 de enero de 2013

Alejandro Rofman es presidente honorario del IADE - N. del Ed.

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