Sin la RUFO

Rights Upon Future Offers es el nombre completo de la que tal vez haya sido la sigla más mencionada en la economía argentina durante 2014, la RUFO, cuya traducción castellana significa “derechos sobre mejor oferta futura”. Se trata, en efecto, del derecho que tenían los bonistas que aceptaron la reestructuración de la deuda –caída en cesación de pagos en 2001– a reclamar por una compensación en caso de que el país hiciera una mejor oferta de reestructuración a otro grupo de bonistas.

Sin la RUFO

Argentina no pisó el palito de la cláusula Rights Upon Future Offers (RUFO) contenida en los contratos del canje de deuda en default de 2005 y 2010. Esa autoexigencia incluida en esas dos operaciones financieras expiró el último día del año que acaba de terminar. No hubo negociación oficial luego de la convalidación por parte del Poder Judicial estadounidense del fallo del juez Thomas Griesa, sentencia con una interpretación inédita y extrema del principio pari passu (igual trato a los acreedores).

El apoyo menos esperado llegó de Londres

“Apoyamos a países como Argentina que han tratado de reestructurar sus deudas, pero que después se encontraron con fondos buitre que los llevaron ante cortes en otros países y consiguieron sentencias que vuelven prácticamente imposible para ellos pagar, y los empujan a un nuevo default técnico.” El rechazo al accionar carroñero y el respaldo a la posición argentina fueron realizados la semana pasada por el primer ministro británico, David Cameron, al regresar de la cumbre de presidentes del Grupo de los 20 en Brisbane, Australia. Las declaraciones del mandatario inglés fueron difundidas a través del sitio web TheyWorkForYou.com, que reproduce los debates parlamentarios de ese país. El apoyo del conservador Cameron a la posición argentina se suma al amplio consenso exhibido en distintos foros internacionales como el G-77 más China y Unasur, las Naciones Unidas, la Asociación Internacional de Mercados de Capitales y el Fondo Monetario Internacional sobre la necesidad de limitar el accionar buitre.

Dimensión política de la deuda externa

Hay confusión acerca de la magnitud económica y el significado político de la deuda argentina. Por eso nos parece útil recordar en qué consiste ahora, como se enfrentó el problema y qué está en juego.

Hay quienes suponen que la deuda actual tiene una continuidad que se inicia en el proceso militar de 1976 a 1983; y que después, por sucesivas refinanciaciones se llegó a la deuda actual. Sería una sola deuda con actualizaciones.

A nuestro juicio, no es así: son cientos de deudas con miles de acreedores, que se fueron pagando y renegociando a través del tiempo, y que no pueden incluirse en una misma bolsa. Son absolutamente disímiles.

El IADE ante la situación actual

El país atraviesa una compleja situación externa derivada de diversos factores, entre los cuales cobra gran importancia la negociación con los acreedores excluidos de los canjes de deuda previos. La resolución desfavorable para el país del litigio con estos actores ha llevado al Estado nacional a intentar salidas alternativas que permitan resolver la restricción externa, en el marco de las obligaciones contraídas por los distintos gobiernos democráticos que se han sucedido.

El gobierno afronta, por tanto, una disputa frente a diversos actores clave -económicos, financieros, políticos, judiciales - del capitalismo global.

Confían que el default se acotará a los bonos con ley de Nueva York

El Ministerio de Economía cree que, en forma progresiva, el default se reducirá a los bonos emitidos bajo ley de Nueva York y confía en seguir sumando adhesiones en contra del fallo que favoreció a los holdouts. Por otra parte, los funcionarios entienden que la posibilidad de declarar en desacato al país, si se aprobara la ley de deuda soberana que desde hoy tratará el Congreso, es abstracta porque no se puede sancionar a un país.

Un default selectivo

Estamos en un “default” (cesación de pago) no porque no podamos pagar, sino porque la Justicia norteamericana no nos permite que les paguemos a los tenedores de títulos de deuda (Discount) que residen en los EE.UU.

No es un default II

La Argentina no declaró el default de su deuda y, por lo tanto, no está en default. Para comprobarlo es necesario leer el contenido y el espíritu de las condiciones establecidas en el contrato (indenture) del prospecto de la emisión de los bonos del canje de deuda. Al conocer las cinco situaciones consideradas como “eventos de incumplimiento” en ese contrato, y descubrir también la advertencia incluidas sobre los “riesgos de participar” de la oferta de canje, que no significa una categoría adicional para definir un default, permite precisar cuál es el estado en que se encuentra la deuda argentina regularizada en 2005 y 2010. Es una tarea técnica-jurídica, con una jerga propia de letrados, pero necesaria para navegar sin ahogarse en el mar de confusiones que deliberadamente han agitado, por razones inconfesables, especulación política, por confundir deseos con realidad o simplemente por escasa vocación por el rigor analítico, una influyente tropa de editorialistas de medios, líderes empresarios conservadores, abogados y economistas. Reiteran que Argentina está en default pese a que diariamente surgen evidencias de que ese acontecimiento no se produjo.

¿Argentina en cesación de pagos?

Me propongo explicar que no se dan ninguna de las condiciones (jurídicas, financieras o económicas) para definir una cesación de pagos (default) en el caso argentino.

A pesar de ello en los periódicos se publica esta noticia y las calificadoras de riesgo lo caracterizan como default técnico. ¿Qué ha pasado para que nos ocurriera esto? Para quienes no leen diariamente este tipo de noticias, es necesario explicar brevemente los hechos.

A partir de 1976, al ser derrocado el gobierno argentino que debía 7.000 millones de dólares fue sustituído por una dictadura que comenzó a aumentar su nivel de endeudamiento en un contexto internacional en el cual sobraban los capitales y los Fondos Comunes de Inversión buscaban bonos de deudas soberanas con buenas tasas de interés. Cuando dejó el poder después de la guerra de Malvinas la deuda era de 50.000 millones de dólares.