Razones para un debate monetario

Desde el inicio de la llamada “crisis soberana” en el 2010, el debate sobre la conveniencia o no de que los países de la “periferia” de la eurozona (España, Grecia, Portugal, Italia e Irlanda) abandonen la moneda única europea se ha convertido en una controversia política de creciente actualidad entre diversos sectores de la izquierda política y académica.

La bomba española

Domina en la euro-crisis una calma engañosa: el BCE ha desenfundado su bazooka, el fondo de rescate ESM ha aceptado su trabajo y parece cercana la unión bancaria. En realidad, acecha un gran peligro, que no viene de Grecia, sino de España.

Tras el fuego a discreción del Banco Central Europeo ha vuelto la calma. La crisis ha dejado atrás una fase aguda y vuelve a ser crónica. El nuevo paraguas salvador del Mecanismo Europeo de Estabilidad (ESM, por sus siglas en inglés) a echado a andar. Se negocia sobre la unión bancaria. En noviembre presentará España su solicitud de rescate. Prietas las filas del establishment italiano todo tras Mario Monti. A la reunión anual del FMI en Tokio comparecen de nuevo los europeos, por vez primera desde hace mucho tiempo, con cierta autoconsciencia. ¿Pasó la crisis? ¿Podremos dedicarnos ahora a temas más serios, como los honorarios que cobran los políticos por dar conferencias?

España en caída libre hasta 2018

El Fondo Monetario prevé que la prima de riesgo del país ibérico llegue a los 750 puntos, todo un récord. Además, el organismo anticipa que junto a Grecia sufrirá la mayor caída mundial del Producto Bruto Interno.

Rajoy confiaba en tener una semana sin demasiados sobresaltos y que su asistencia el pasado viernes 12 al desfile militar por el Día de la Hispanidad (con Franco llamado Día de la Raza) le diera una tregua en su sobresaltada agenda. Pero no, no fue así, no fueron precisamente días tranquilos los que vivió.

La Gran Recesión, la crisis de la deuda soberana y las alternativas de la izquierda europea

El FMI y la OCDE han anunciado que, tras cinco años de la mayor recesión desde la década de 1930, la prevista recuperación de 2013 – mas débil, lenta y sin creación de empleo que ninguna anterior- simplemente se aplazará. En el caso del Reino de España hasta el 2018. Ello es consecuencia de a) La crisis de la deuda soberana de la eurozona y la recesión que ha provocado; b) la retirada de estímulos en EE UU en 2010 y la debilidad de su reintroducción en 2012 por la situación electoral; c) el enfriamiento de las economías de China e India.

La locura de la austeridad europea

Adiós a la complacencia. Hace tan solo unos días, la creencia popular era que Europa finalmente tenía la situación bajo control. El Banco Central Europeo (BCE), al comprometerse a comprar los bonos de los Gobiernos con problemas en caso necesario, había calmado los mercados. Todo lo que los países deudores tenían que hacer, se decía, era aceptar una austeridad mayor y más intensa —la condición para los préstamos de los bancos centrales— y todo iría bien.

Pero los abastecedores de creencias populares olvidaron que había personas afectadas. De repente, España y Grecia se ven sacudidas por huelgas y enormes manifestaciones. Los ciudadanos de estos países están diciendo, en realidad, que han llegado a su límite: cuando el paro es similar al de la Gran Depresión y los otrora trabajadores de clase media se ven obligados a rebuscar en la basura para encontrar comida, la austeridad ya ha ido demasiado lejos. Y esto significa que puede no haber acuerdo después de todo.

¿Para qué ha servido rescatar a los bancos?

Cuando ya estamos en el quinto año de crisis los gobiernos llevan dedicados sumas verdaderamente impresionantes para ayudar a los bancos y siguen estando dispuestos a seguir gastando dinero público para rescatarlos, como si esa receta hubiera funcionado y fuese necesario seguir usándola.

En España se está negociando la forma de hacer efectivo el primero de los rescates y cómo se aplicará finalmente el definitivo porque, como ya señalé en otro lugar (Un mal rescate que nos empujará al abismo), el inicial de los 100.000 millones de euros no va a servir de mucho. Por eso, cuando se sigue estando dispuesto a actuar con la misma generosidad con la banca que al principio, sigue siendo obligado preguntarse para qué han servido esos rescates.

“El precio del rescate es el suicidio”

El Nobel de Economía del 2001 estuvo en Madrid promocionando su libro El precio de la desigualdad (Taurus) .

La oferta del Banco Central Europeo de una compra ilimitada de bonos a cambio de condiciones aún no especificadas “suena claramente a rescate” y a una oferta de ayuda “a cambio del suicidio”, dijo a la agencia de noticias EFE. La cuestión, según Stiglitz, es saber si lo que la autoridad monetaria pretende es ayudar a los ciudadanos o a los bancos .

“El euro es un polvorín que va a explotar”

El líder de la segunda fuerza política de Grecia afirma que el problema no es la moneda única, sino las políticas que la acompañan. En este reportaje destaca el modelo argentino y se interroga sobre los desaparecidos griegos en nuestro país.

–Euro o no euro. Esa ha sido la gran disyuntiva a través de la cual se le presentó a Grecia y, particularmente, al movimiento Syriza que usted dirige. ¿Cómo analiza el momento de crisis que atraviesa Europa y que parece poner en tela de juicio mucho más que la sacrosanta estabilidad del euro?

La batalla del neoliberalismo

Europa atraviesa una crisis no sólo financiera, sino que evidencia un lento pero sostenido proceso de decadencia relativa en el sistema mundial. Francia, una de sus potencias y todavía entre la liga mayor de las economías, cambió de gobierno en mayo y ya encara un ajuste presupuestario, en el cual irá la suerte del presidente socialdemócrata François Hollande. La frágil situación económica europea, aun con su menor influencia internacional, impacta directa o indirectamente al resto del mundo vía comercial.

En el frente fiscal es donde resulta de interés comparar aristas con medidas que toma Argentina cuando se trata de “elegir” a ganadores o perdedores de políticas públicas y de intervenir en el reparto de la renta.