“China es uno de los países mejor gobernados del mundo”

El corresponsal internacional del diario catalán La Vanguardia explica por qué considera que a Beijing le es viable el sistema de partido único, da detalles sorprendentes sobre el modelo de vida norcoreano y critica a la Rusia de Putin por sepultar el legado de Gorbachov.

Rafael Poch, corresponsal internacional del diario catalán La Vanguardia, es un cronista europeo de primer nivel. Ha escrito tres libros sobre Rusia (Tres días de agosto, Tres preguntas sobre Rusia y La gran transición), y dos obras más recientes de alto impacto informativo como La actualidad de China, un mundo en crisis, una sociedad en gestación y La quinta Alemania.

Las nuevas ropas del emperador

En el XVIII Congreso del Partido Comunista chino de noviembre pasado se eligieron los líderes que comandarán el país hasta –se espera– el año 2022. Pero por las calles de Beijing, a la gente parecía importarle más el IPad mini que su Primer Ministro. El fervor no estaba en la política sino en el consumo, de la revolución proletaria al anhelo propietario.

El papel central de un país clave

-¿Qué balance cabría hacer del mandato de Hu Jintao?
-Cualitativamente, ofrece un panorama mucho más equilibrado de la reforma china. Ha incorporado a la agenda algunas variables antes prácticamente ausentes. Hablamos de lo social, de lo ambiental, de lo tecnológico, del poder blando, de lo civilizatorio, etc; incluso de la reforma política, si bien a un ritmo mucho menos intenso y priorizando la institucionalidad, o en las relaciones con Taiwán, que han experimentado un cambio radical.

China tiene un sueño

El flamante presidente de China Xi Jinping inauguró su gobierno prometiendo hacer realidad “el sueño chino” del rejuvenecimiento nacional. Esa visión será la filosofía que guíe el nuevo liderazgo durante los próximos cinco años.

Xi Jinping fue nombrado presidente de China

Xi Jinping fue nombrado presidente de China este jueves por el Parlamento, uno de los últimos pasos en el cambio de liderazgo en el gigante asiático tras una década.

Cuatro meses después de asumir el cargo de Secretario General del Partido Comunista, Xi reemplaza al saliente líder Hu Jintao, después de una votación formal de cerca de 3,000 diputados a la Asamblea Popular Nacional (APN).

China y su era del ferrocarril

En 1825, Willam George Allen, consejero del primer ferrocarril interurbano de Gran Bretaña, entre Liverpool y Manchester, predijo que los trenes serían “sumamente ventajosos para nuestro comercio y que si no los adoptamos, lo harán nuestros rivales”. No se equivocaba, y en el siglo XIX la expansión de los ferrocarriles por Gran Bretaña y EE.UU. contribuyó a la transformación de ambas naciones en potencias industriales.

El pensamiento actual del gobierno chino es notablemente similar al de Allen. En los últimos 20 años, hizo grandes inversiones en ferrocarriles para convertirlos en sostén y facilitador del desarrollo económico. Pero en los últimos 6 años, el nivel de inversión alcanzó nuevos récords.

China power

China festejó dos semanas atrás un nuevo aniversario de la creación de la República Popular, que inauguró en 1949 el comunismo en el país asiático bajo el liderazgo de Mao zedong, tras dos décadas de lucha interna. La economía china, si bien mantiene un fuerte grado de planificación estatal, es hoy distinta de la que llevó adelante Mao, aunque la apertura económica, el crecimiento y la acumulación de capital en los últimos años no habrían sido posibles sin el avance educativo y de reducción de la pobreza que se produjo en los primeros treinta años de la Revolución, cuando la esperanza de vida se duplicó de 32 a 65 años y la tasa de alfabetización subió del 15 al 80-90 por ciento.

Los dos debates chinos

¿Derecha-izquierda o soberanía-sumisión? Todo el proceso que China ha vivido tras la muerte de Mao (1976) se ha articulado en torno al objetivo de encontrar una senda que conduzca al renacimiento del país, ideal asociado a dos variables: modernización y soberanía. Sun Yat-sen (1911) y Mao (1949) lo intentaron a su manera. La gaige y la kaifang (1978) ofrecieron una tercera oportunidad para desarrollar el país y alcanzar un nivel de poderío suficiente para eclipsar los dos últimos siglos de decadencia, ruina y capitulación. Ese empeño “nacional” se acabó por imponer a cualquier otra consideración de tipo ideológico basada en nuestros axiomas, siempre tendentes a avizorar contradicciones donde los chinos acostumbran a identificar sinergias y complementariedades. Hay, por tanto, un debate principal y otro secundario, aunque entre ambos no existen fronteras infranqueables.

En clave nacional, los éxitos logrados por China en las últimas décadas están fuera de toda duda. Ciertamente subsisten largas y poderosas sombras que amenazan su estabilidad y continuidad.