La rabia

España atraviesa una de las peores crisis de su historia. La periodista Cristina Fallarás da testimonio en una extensa crónica en primera persona de sus últimos cuatro años, desde que perdió su trabajo como editora al descenso a los bajos fondos de la miseria. Con dos hijos y un desahucio que no le dio tiempo a muchas maniobras, dice que la rabia la impulsó a escribir A la puta calle (Planeta) en un mes, dando voz a miles de españoles que pasan por su misma situación.

Desahuciados

La recesión es un virus que debilita la solvencia del sistema financiero en un círculo vicioso de aumento de la morosidad de empresas y particulares, requerimiento de mayores previsiones por incobrabilidad, deterioro patrimonial, exigencia de capitalización y fuga de depósitos por temor a la situación de los bancos. El ajuste de las cuentas públicas reduciendo el gasto profundiza la caída del nivel de actividad económica y, pese a ese resultado impactando en forma negativa en sus negocios, banqueros con su elenco de analistas y economistas ortodoxos aplauden esa política. Este sinsentido tiene origen en la ideología neoliberal de sus protagonistas, en el desprecio a las penurias de las mayorías y en cómo funciona el mundo de las finanzas. Mientras reciben auxilios monetarios del Estado para cubrir los inmensos baches de los balances, cada uno de los dueños de las entidades especula con ser el sobreviviente del naufragio para terminar absorbiendo a los hundidos. Ciclo de concentración del capital que termina configurando el principal instrumento de presión de la banca al poder político: “Demasiado grande (el banco) para dejarlo caer”. El temor a un descalabro económico de mayores proporciones por la quiebra de alguna de las grandes entidades financieras y el fantasma del efecto dominó deriva en la subordinación de gobiernos que se endeudan para salvarlos y aplican impopulares recortes del gasto público para liberar recursos para pagar a los acreedores. Esta situación se está desplegando con prolija violencia en Europa, siendo España la máxima expresión con tasas record de morosidad y ejecuciones hipotecarias.

Libor: qué pasó con la tasa más famosa

La “London Interbank Offered Rate”, la tasa a la cual los bancos se prestan entre sí, es la principal tasa de interés en el mercado mayorista de dinero para libras, dólares y euros. Indica a qué tasa están consiguiendo el dinero las entidades en el proceso de prestarse unas a otras para balancear diariamente sus libros.

La Libor sirve, además, como referencia para el precio de instrumentos como swaps y futuros. Según varias estimaciones, unos 350 billones en derivados y otros productos financieros están atados a ella. También hay tasas de créditos e hipotecas que dependen de la Libor.

¿Para qué ha servido rescatar a los bancos?

Cuando ya estamos en el quinto año de crisis los gobiernos llevan dedicados sumas verdaderamente impresionantes para ayudar a los bancos y siguen estando dispuestos a seguir gastando dinero público para rescatarlos, como si esa receta hubiera funcionado y fuese necesario seguir usándola.

En España se está negociando la forma de hacer efectivo el primero de los rescates y cómo se aplicará finalmente el definitivo porque, como ya señalé en otro lugar (Un mal rescate que nos empujará al abismo), el inicial de los 100.000 millones de euros no va a servir de mucho. Por eso, cuando se sigue estando dispuesto a actuar con la misma generosidad con la banca que al principio, sigue siendo obligado preguntarse para qué han servido esos rescates.

Crisis mundial

Desde comienzos de la década del los 70, se desarrolla en el sistema capitalista una crisis estructural que afecta severamente el régimen de acumulación de capital iniciado en la posguerra. En 1971 se dio por terminada la relación existente entre el oro y el dólar, se resquebrajaron los acuerdos de Bretton Woods y dio comienzo la inestabilidad cambiaria y financiera que han caracterizado estas cuatro décadas.

Tres mitos que sustentan la crisis económica

El verano de 2007 fue cosa común y corriente. Tony Blair había dejado de ser primer ministro a finales de junio y su sucesor, Gordon Brown, disfrutaba de un período de luna de miel. Era un año sin Mundial de fútbol ni Olimpiadas.

Luego, el 9 de agosto, llegaron informes de que los bancos centrales se habían mostrado activos en los mercados. The Guardian afirmó que su actuación implicaba bombear miles de millones de libras en el sistema financiero para calmar los nervios en medio de los temores de una contracción del crédito. Lo que desencadenó el pánico fue la decisión del BNP Paribas de bloquear la retirada de tres hedge funds, debido a lo que denominó una completa evaporación de la liquidez. Un portavoz del banco describió la medida como una cuestión técnica temporal.

Claves para entender el nuevo escándalo bancario

El caso de Barclays amenaza con salpicar a otros bancos y podría tener ramificaciones políticas

Pocas veces el director ejecutivo de uno de los mayores bancos del mundo tiene que dar explicaciones ante el parlamento después de haber dimitido.

Ante el parlamento británico, Diamond deberá contar su versión -quién sabía qué y cuándo- sobre el escándalo relacionado con el maquillaje de tasas de préstamo interbancario -Libor- que a él le costó el puesto y a la entidad, de momento, una multa de US$450 millones.

Junto a él también dimitió el jefe de operaciones de la firma Jerry del Missier. Un día antes lo había hecho el presidente de la junta, Marcus Agius. Estos fueron hasta ahora los efectos más visibles del escándalo. Pero muchos creen que podría salpicar a más entidades bancarias alrededor del mundo y llegar a tener implicaciones políticas.