Bancos chinos, en la estrategia global de Beijing

El economista, docente y periodista Julio Sevares presentó ayer en el IADE su trabajo “Sistema bancario chino: crecimiento interno y expansión internacional”, publicado en el reciente número 275 de la revista Realidad Económica. Allí da cuenta de las reformas de la banca de China desde mediados de la década de 1990, su caracterización actual ya en la primera línea del sistema financiero global, y sobre todo cómo se inserta esa estrategia en la más general de la República Popular en cuanto a su rol mundial y sus demandas de materias primas.

Comentaron el trabajo Ariel Slipak, del Instituto Argentino para el Desarrollo Económico, y Néstor Restivo, codirector de Dang Dai, quienes aludieron a cómo afrontar el desafío que supone una relación estratégica con el gigante asiático y debatieron sobre primarización y términos del intercambio.

El trabajo de Sevares arranca con las reformas de 1995 y el formato que fue adquiriendo el sistema bancario chino sobre todo a partir del permiso para que operen bancos comerciales (empezaron con el Minsheng en 1996 y hoy hay unos 120). También el rol de la banca para el desarrollo y su Ex Im Bank, todos modelos copiados a otros países más avanzados económicamente. Sevares refiere el avance del mercado de capitales, el rol estatal y el alto nivel de crédito en China, superior actualmente a su PBI. Asimismo, de la baja tasa de créditos problemáticos (aunque estos días destacó que hay un debate en China sobre los llamados bancos a la sombra – ver en este sentido La Nación de hoy) y de la concentración bancaria, un fenómeno que también tienen China. Sus cinco mayores bancos acaparan 63% del total del negocio. Uno de ellos es el ICBC, de reciente llegada a Argentina, donde compró la mayoría accionaria del ex Standard Bank.

Ello da pie a Sevares para destacar que los bancos chinos en América Latina siguen la lógica de la estrategia china de posicionarse en las regiones donde busca materias primas, y financia comercio exterior en ese sentido, así como obras de infraestructura que sobre todo apunten a ese objetivo. También habló de la menor condicionalidad de los créditos chinos a la región (que pasaron de 1.000 a 37.000 millones de dólares entre 2007 y 2010, más que el BID y el Banco Mundial sumados), a diferencia de los tradicionales de, por ejemplo, el FMI. Pero que sin embargo, tienen como contraprestación garantías de aprovisionamiento de materias primas, como el caso del petróleo en Venezuela.

Según Sevares, los riesgos de ese tipo de vínculo son la primarización de la economía, en tanto China se consolida como proveedor de manufacturas, y que el formato bancario y crediticio, así como sus inversiones, podrían reforzar ese patrón. La respuesta, dijo, debería venir por una política productiva, más esfuerzos en el campo de exportaciones nacionales y mejor coordinación regional.

Slipak coincidió en este punto: coordinar esfuerzos en el Mercosur y también Unasur para afrontar el desafío chino, negociando en bloque.

Fue crítico del proceso de primarización que supone este formato de vínculo con China y sobre todo se preguntó por el impacto que esto podría tener en términos de empleo, en especial en los sectores subalternos de la sociedad. Se preguntó también qué deben hacer países como Argentina con sus políticas económicas si sus intenciones son el empoderamiento de esas clases sociales, cómo reaccionar frente a un modelo que tendería a afectar las posibilidades de desarrollo más complejos de nuestras economías.

Restivo refirió datos sobre la pujante fortaleza no sólo de China sino de toda Asia Pacífico, aunque China en el centro, en términos de balance económico del poder mundial; del crecimiento imparable del comercio Sur-Sur y de la demanda sostenida que viene de aquella región sobre los recursos naturales de América Latina, así como de África. Si ese escenario vino para quedarse por muchas décadas, es imperioso aprovecharlo, a partir de los recursos que tiene Latinoamérica, dijo, y relativizó la idea de que se deba repetir necesariamente la lógica centro-periferia como ocurrió con las relaciones anteriores con Estados Unidos y Gran Bretaña, con otro contexto actual. China, planteó, seguiría una línea diferente, por su tipo de sociedad y por el alineamiento político que América Latina y aquel país suelen tener siempre en foros internacionales. Hay otros márgenes de negociación posibles, dijo. Aunque son claros los intereses de China, depende de la capacidad de negociación de Argentina, sugirió.

También sostuvo que hoy los términos del intercambio, según cifras de la CEPAL, podrían haber cambiado el sino trágico que tuvieron en los dos siglos anteriores para América Latina. Slipak en cambio señaló que no eran claras esas cifras y que en todo caso ya no se trata de materias primas agropecuarias versus industria, sino que se interesaba por el componente de valor agregado de cada uno de los productos del intercambio comercial. En todo caso, los tres panelistas coincidieron en que son imperiosos los debates sobre este vínculo hoy muy condicionante del curso económico nacional y regional.

Revista Dangdai - 26 de Junio de 2013

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