Revolución y democracia

El 16 de agosto, minutos antes del amanecer, estando el cielo aún oscuro, integré una pequeña multitud que escuchaba emocionada a Hugo Chávez bajo el balcón del Palacio de Miraflores. Allí estábamos argentinos, brasileños, uruguayos, salvadoreños, ecuatorianos, chilenos, bolivianos, compartiendo con los venezolanos, como verdaderos compatriotas, una victoria nuestra, un triunfo del sur, una indiscutible victoria americana. El 60 % de los votantes venezolanos, en una participación electoral sin precedentes, había reafirmado su voluntad de dar continuidad al mandato del presidente Chávez y ratificado el rumbo de la Revolución Bolivariana. El mundo asistió a un hecho inédito en la historia de las democracias modernas: por primera vez un presidente constitucional elegido por el voto directo revalidó su mandato mediante un referendo de revocatoria, sometiendo a consideración de la ciudadanía la posibilidad concreta de la inmediata finalización en sus funciones.

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