30 años de edición ininterrumpida ¿Qué cosas podríamos celebrar como un éxito?

Hagamos memoria. Pretendimos desde el primer número ser los voceros o los medios de expresión de las corrientes sociales y políticas plurales, que coincidiesen en el desarrollo autónomo del país como uno de los prerrequisitos para alcanzar un crecimiento nacional con equidad. Pensamos que el estado debía ser el artífice de ese desarrollo y le asignamos un papel rector y dinamizador. Les adjudicamos a los sectores del trabajo la misión de ser protagonistas del cambio, o sea, algo más que los beneficiarios de una porción más racional de la torta. Creímos que el empresariado nacional debía apostar a esas premisas como salvaguarda para su supervivencia y crecimiento. Confiamos en que las corrientes políticas de raíz popular, los progres y la izquierda, tenían que ser, en la vida democrática y en un estado de derecho, los programadores y legisladores del cambio. Supusimos que los sectores menos concentrados del agro, los pequeños y medianos cooperativistas del campo, se dinamizarían con el apoyo de los entes oficiales (bancos oficiales, juntas, INTA) y serían una alternativa a los viejos latifundios ahora heredados por los Soros, Benetton o Turner. Entendimos como un sano federalismo el desarrollo de las economías regionales, creadoras de trabajo y desalentadoras de las migraciocelebrar como un éxito?

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