Camino a un mundo en el que sean posibles todos los mundos

En este artículo -que puede despertar polémicas con quienes sostienen otras miradas- los autores hacen una breve caracterización del primer Foro Social Mundial y expresan que se destacó por abordar concepciones como la desobediencia civil, la acción directa no violenta y la autogestión, y por generar una intensa articulación con el movimiento antiglobalización. Se proyectaba, en definitiva, como un potencial político abierto, que no buscaba encontrar una clausura en un proyecto con pretensiones de verdad, predefinido desde el punto de partida.

Un año después, el Foro Social Mundial terminó adquiriendo un perfil diferente, donde la atención quedó prisionera entre las consignas revolucionarias y el discurso de reformar el Estado. Si bien este año se repitió el surtido abanico de organizaciones sociales y posturas políticas, la mayor presencia de partidos de izquierda, sobre todo brasileños y argentinos, y el hecho de que el PT esté más próximo que en otras ocasiones de ganar las elecciones nacionales en el Brasil, pueden verse como dos poderosas razones para comprender el predominio del clásico debate entre “reforma” y “revolución” que, pese a todas sus diferencias, tienen en común el presupuesto de colocar al estado como el nodo central (y a veces el único) de la política.

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